por Ana Jerozolimski / Publicado el 17 de Diciembre de 2021
Este jueves por la noche, en un nuevo atentado terrorista, fue asesinado a balazos un civil israelí de 25 años, Yehuda Dimentman, que dejó en su casa a una mujer joven ahora viuda y a un pequeño bebé huérfano poco después de nacer.
Como siempre, titulares y artículos en distintos medios periodísticos y comentarios en las redes sociales informaron de un modo que deja claramente la impresión que relativizan lo ocurrido. En algunos casos se presenta el hecho como un tiroteo, como si hubiera habido aquí dos partes enfrentadas, se escribe que el israelí “murió”, como si le hubiera dado un ataque al corazón, se destaca que era un “colono”, o sea que vivía en un asentamiento en el territorio que los palestinos alegan debe ser parte de un Estado palestino, como dando a entender que no tenía lo que hacer allí.
Este último punto puede ser motivo de legítima discusión dentro de Israel-y lo es- pero en nada puede minimizar el horror de abrir fuego hacia un auto civil transitando por una carretera, esté donde esté. Dicho sea de paso, otros dos civiles resultaron heridos. Casi de más está decir que podría haber estado viajando allí varios niños. Ya ha pasado. Eso es terrorismo puro.
Ante esta situación, hay varios puntos concretos que creo oportuno recordar, en resumen, aunque cada uno de ellos podrían ser ampliamente desarrollados.
– El terrorismo, sea cual sea la organización responsable, no pretende cambiar una política de tal o cual gobierno en Israel, sino terminar con el Estado judío. Como saben que no lo pueden lograr, porque afortunadamente Israel es muy fuerte, tratan de matar israelíes y de dañar a la población lo más posible. La única razón por la que no oímos de atentados con numerosas víctimas todos los días, es que los servicios de seguridad de Israel trabajan constante y denodadamente para frustrar ataques en camino. Desbaratan redes terroristas, capturan células y detienen a quienes se disponían a perpetrar distintos atentados, antes de que vuelen ómnibus por el aire, que estalle una bomba en un café o sean asesinados numerosos civiles de distintas formas en varias partes de Israel.
– El terrorismo no es una respuesta a tal o cual acción de Israel sino a su existencia misma. Una cosa es el derecho de los palestinos de discrepar con posturas de Israel, como ocurre en cualquier conflicto. Otra muy distinta es tratar de excusar al terrorismo como si fuera una legítima respuesta a algo.Hubo atentados durante épocas de intensas negociaciones de paz y durante épocas de estancamiento, durante gobiernos de derecha y gobiernos de izquierda, cuando estaban al frente los laboristas Itzjak Rabin o Shimon Peres, y los más conservadores Biniamin Netanyahu y Ariel Sharon, por dar sólo algunos ejemplos. Hubo atentados con y sin presencia militar israelí en Gaza. Y qué mejor ejemplo que recordar que desde la retirada israelí de Gush Katif en Gaza en setiembre del 2005, los ataques terroristas desde allí no hicieron mas que intensificarse, en la forma de miles y miles de cohetes lanzados hacia territorio soberano de Israel. No hacia una zona en disputa…a menos que recordemos que para Hamas todo es “en disputa”, porque no reconocen el derecho de Israel a existir en ninguna parte del territorio.
– Absolutamente siempre, después de cualquier tipo de atentado que termina con israelíes muertos, la organización terrorista Hamas habla de “acción heroica”, felicita a los perpetradores, aunque no hayan sido necesariamente suyos. También esta vez, la así llamada “operación Nablus”, porque fue cerca de dicha ciudad palestina, es avalada y bendecida por una gran lista de facciones terroristas. Se vanaglorian de apoyar disparos a un coche civil. Así son.
– Los terroristas no actúan en un vacío. Si bien no necesitan aliciente ninguno, el odio les basta para ello, es importante tener presentes los vientos que soplan en la sociedad palestina, con autoridades (no sólo Hamas sino también la propia Autoridad Palestina) demonizando a Israel, alegando siempre que es extraño en la tierra y ocupante sin vínculos históricos con el lugar, y lo peor, dando legitimidad al asesinato al presentar a los asesinos como héroes y modelos a imitar. Lo hacen también en programas infantiles de televisión y en libros de estudio.
– Dicho todo esto, condenable en forma absoluta, quiero agregar otra condena, hacia adentro. A raíz del atentado de este jueves por la noche, varios vándalos residentes en uno de los asentamientos aledaño al escenario del atentado, atacaron –según fuentes palestinas- a civiles palestinos en una aldea cercana, causándoles heridas y también dañando propiedades. Estos extremistas fueron a vengarse por el atentado. Pues además de lo inaceptable de lo sucedido desde un punto de vista moral, por lo cual ninguno de ellos honra la memoria de la víctima, al actuar de esa forma esos vándalos no aportan absolutamente nada a la seguridad del Estado ni de la población israelí sino todo lo contrario. Que dejen a las fuerzas de seguridad hallar a los terroristas y a los tribunales castigarlos con todo el rigor de la ley, sin tomar ellos la ley en sus manos. Esto es un Estado de Derecho, no una jungla.
Si bien esta vez fue a raíz de un atentado puntual, en los últimos tiempos se ha multiplicado la cantidad de incidentes en las que extremistas judíos atacaron a palestinos, por ejemplo apedreando sus coches, causando en más de un caso heridas a gente no involucrada en terrorismo. Son una pequeñísima minoría que no representa a la población judía ni del país en general ni de los asentamientos, pero son una vergüenza absolutamente inaceptable.
-Dicho esto, no tenemos duda. Los palestinos pueden condenar esos ataques a no involucrados, que también nosotros condenamos. Pero deforman la realidad si alegan que por eso hay terrorismo. Eso no es así en absoluto. El terrorismo precedió a todos esos hechos inaceptables. Y ni que hablar que en cuanto a la envergadura del fenómeno y sus resultados, no hay punto de comparación.
Ana Jerozolimski
Directora Semanario Hebreo Jai
(17 de Diciembre de 2021)
Fuente: https://www.semanariohebreojai.com/editorial/305