POR REDACCIÓN RADIO JAI HACE 7 HORAS EN COLUMNISTAS
Cuando hace más de una semana comenzó la invasión rusa a Ucrania, surgieron inmediatamente cuatro temas que se han venido exponiendo y discutiendo alternativamente.
Una invasión violatoria de todas las normas del Derecho Internacional existentes y firmadas por el propio Estado invasor amenazan al instante con pensar si estamos frente a un genocidio, a crímenes de guerra y a crímenes de lesa humanidad. Hasta este miércoles no se había planteado en ningún foro el genocidio; y desde el principio de la invasión que ataca a civiles y asesina mujeres y niños y destruye monumentos y museos y varias joyas históricas para la humanidad, Rusia ha estado negando que esté cometiendo crímenes.
Veamos primero las definiciones. De acuerdo con el Estatuto de Roma de 1998, el genocidio consiste en cometer actos orientados a destruir total o parcialmente un grupo nacional, étnico, religioso. Los ucranianos saben de genocidio cuando sufrieron el Holodomor, así denominada la matanza de Stalin cuando forzó a la colectivización masiva y murieron de hambre millones de ucranianos.
Este miércoles cuando la Asamblea General de Naciones Unidas votó una condena a la invasión del Atila ruso con armas nucleares,el embajador de Ucrania ante Naciones Unidas, Sergiy Kyslytsya, denunció que la invasión está causando un genocidio en su país y que está claro que el objetivo de Rusia no es solo la ocupación. Hasta este momento sólo se podría atribuir intencionalidad de genocidio a Rusia. Pero siete días de ataques a civiles, destrucción de edificios para viviendas, edificios de oficinas civiles, ataques a hospitales, asesinatos que nadie ha podido contabilizar con seriedad ya que hay diez veces más desinformación que información, hacen pensar que el lenguaje de odio que utiliza Putin y sus esbirros (muy en especial su Ministro vitalicio de Relaciones Exteriores Sergei Lavrov) va más allá de las palabras y las masacres no se van a detener así como así.
La definición de crímenes de guerra también es muy clara y entre los numerosos ítems que la componen hay varios que son irrefutables para señalar que Rusia, dueña de su poderío militar, su visión imperial y totalitaria, su desprecio por el pueblo ucraniano a quien ni siquiera reconoce como tal, está cometiendo crímenes de guerra tales como: destrucción sin motivo de ciudades y pueblos; devastación no justificada por la necesidad militar.
Asimismo, el artículo 7 del Estatuto de Roma señala al asesinato como crimen de lesa humanidad. Ucrania ha denunciado miles de civiles asesinados, decenas de ellos, niños. Rusia ya ha cometido (y lo seguirá haciendo mientras siga con la invasión) crímenes de lesa humanidad.
El cuarto tema que mencionamos al principio de esta columna se planteó casi en simultáneo con la invasión rusa a Ucrania. Y quien disparó la discusión y banalización del Holocausto fue el propio Putin. Dijo impertérrito frente a las cámaras que era necesario “desnazificar” Ucrania. O sea, “desnazificar” un país presidido por un judío con familiares directos asesinados en la Shoá, y que fue electo democráticamente por el 73%. Es cierto que hay una minoría ultraderechista de ideología nazi de aproximadamente 10 mil afiliados en un país de 44 millones de habitantes. ¿Entonces hay que invadir casi toda Europa con países donde los partidos neonazis incluso participan de las elecciones? Eso es una forma de pensar que pone a Putin en la órbita de Hitler.
Putin pretende escribir la historia a su manera como si no hubiera memoria, documentos, testigos y pruebas suficientes de lo que sucedió durante el Holocausto. No olvidar a los ucranianos que colaboraron con los nazis en la matanza de judíos, y en particular en Baby Yar, no significa marcar como pro nazis a todos los ucranianos. Los cómplices de los nazis están muy bien registrados. Los guardias ucranianos de los campos de exterminio también.
El historiador y profesor de la Universidad Hebrea de Jerusalén Jonathan Dekel-Chen dijo que la expresión “desnazificar” espetada por Putin es no sólo ficción, sino que muestra a su vez su intención de banalizar y falsificar lo que realmente significa el nazismo, y menciona entre otras características: ambiciones territoriales y expansión; antisemitismo rampante; fanatismo y odio; dictadura. Nada de esto sucede. Más bien al revés: quien está buscando expansión territorial en forma ilegítima es Rusia y Putin es el dictador que ha asesinado y encarcelado a sus opositores mientras se ha hecho reelegir durante dos décadas.
Y finalmente después que el Consejo de Seguridad no pudo siquiera hacer una declaración debido al veto utilizado por Rusia, la Asamblea General de la ONU votó este miércoles una resolución condenatoria contra Rusia en la que exige el cese de la invasión de Ucrania y la retirada de sus tropas. Por motivos que los analistas internacionales sabrán pero que honestamente no entendemos, la votación se ha considerado histórica.
La resolución contó con el apoyo de 141 países, mientras que 35 miembros -entre ellos, China – se abstuvieron y cinco votaron en contra: Rusia, Bielorrusia -que ha intervenido en la invasión de la mano de Rusia-, Siria, Corea del Norte y Eritrea. Las resoluciones de la Asamblea General no tienen poder vinculante. Muchos creen que ésta sí tiene peso político y se suma a la condena generalizada de la comunidad internacional por la agresión rusa. El Secretario General de la ONU Antonio Guterres dijo que “El mensaje de la Asamblea General es claro: cesen las hostilidades contra Ucrania ahora. Dejen las armas. Abran la puerta al diálogo y a la diplomacia ahora. La soberanía y la integridad territorial de Ucrania debe ser respetada de acuerdo con la Carta de la ONU”.El embajador de Ucrania, Sergiy Kyslytsya, en su alegato a favor del voto condenatorio contra Rusia dijo que “Es muy fácil firmar la Carta de la ONU en tiempos de paz. Pero es nuestro deber confirmarla e implementarla en tiempos de guerra”.
Así es Sr. Embajador. En tiempos de guerra queda mucho más claro la irrelevancia de la ONU. Las sanciones económicas que se le han impuesto a Rusia son decisiones de países, no de la ONU. La efectividad o inefectividad de esas sanciones será también un tema de enfrentamiento entre países y la ONU mirará desde su palco teatral. La invasión no la va a detener una declaración ni diez. No es la ONU quien podrá mitigar las posibilidades y los hechos de genocidio, crímenes de guerra y crímenes de lesa humanidad. Y tampoco será la ONU quien pueda ayudar a reconstruir Ucrania. Eso lo sabe Putin y sus cómplices. Algunos latinoamericanos como Venezuela, Cuba, Nicaragua, Bolivia, El Salvador cuyos ignominiosos votos aparecen en la pizarra de la ONU acompañando una invasión o absteniéndose, que es la forma cobarde de apoyarla. La ONU y su Secretario General dicen que Rusia está aislada por la comunidad internacional y repite lo de “votación histórica”. Dígaselo también a los civiles ucranianos que Rusia va asesinando mientras sus tanques y misiles destruyen a su país.
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