POR REDACCIÓN RADIO JAIHACE 59 MINEN COLUMNISTAS
Por Eduardo Kohn
Hace 10 días, en medio de los festejos por el Día de la Independencia en
Polonia, una turba hizo una manifestación violenta en la ciudad de Kalisz
gritando “muerte a los judíos”, y quemando en público la copia de un
documento que data de la Edad Media por el cual los judíos tenían
protección legal en tierras polacas. Los manifestantes también gritaron que
el colectivo LGBT son “sionistas” y “enemigos de Polonia que deben ser
expulsados del país”. Las autoridades polacas condenaron el hecho y a
esta altura hay tres detenidos acusados de instigar y promover el acto de
odio.
El Ministro del Interior Mariusz Kaminski prometió castigar con todo el peso
de la ley a los participantes de la asonada. El Ministerio de Relaciones
Exteriores declaró que una fiesta nacional había sido manchada para
“diseminar odio, antisemitismo e intolerancia religiosa”. El Obispo Rafał
Markowski, presidente del Diálogo entre la comunidad judía y los Obispos,
dijo que estas manifestaciones no tienen nada que ver con el patriotismo,
sino que “minan la relación fraterna con nuestros hermanos, destruyen el
orden y la paz social y se contradicen con las enseñanzas de la Iglesia”.
El Ministro de Relaciones Exteriores de Israel Yair Lapid reconoció la
condena de las autoridades polacas y dijo que esperaba que castigaran a
los culpables de acuerdo a la ley y al mismo tiempo agregó que el
“espantoso incidente antisemita ocurrido en Polonia nos pone nuevamente
en alerta a todos los judíos en el mundo sobre la fuerza del odio antijudío
que aún sigue imperando por doquier”.
Ni Israel ni las comunidades judías tendrían presuntamente por qué
descreer de las declaraciones oficiales de las autoridades polacas ante
una nueva y brutal demostración de antisemitismo. Pero, a pesar del
nacionalismo del gobierno y de las diferencias y discusiones que ello ha
acarreado con Israel hace ya siete años, quienes gobiernan hoy Polonia
siguen insistiendo con saltear responsabilidades relacionadas con la Shoá.
Y esta fuerte discusión que ha llevado a enfriar las relaciones diplomáticas
entre Polonia e Israel a tal punto que desde hace cuatro meses el
Embajador de Israel se fue de Varsovia, sigue en pie, y pone a cualquier
incidente antisemita en el núcleo de toda la discusión, aunque el gobierno
polaco intente separar las cosas. Pero es muy difícil. La historia ancestral
del antisemitismo en Polonia no se borra con un discurso o un
procesamiento. Veamos un ejemplo de alguien a quien ya nos hemos
referido en este espacio anteriormente. Jan Grabowski nació en 1962 en
Varsovia de madre católica y padre judío sobreviviente de la Shoá. Vive en
Canadá, es Profesor de Historia en la Universidad de Ottawa y un
investigador muy serio del Holocausto. Es muy conocido por su libro
“Cacería contra los judíos” publicado por primera vez en 2011 en Polonia,
en 2013 en Estados Unidos y en 2016 en hebreo por Yad Vashem. Se
centra en cómo se persiguió a los judíos que escapaban de los campos
nazis que se iban destruyendo y que fueron entregados a los nazis por
civiles polacos. En palabras de Grabowski: ”Los nazis basaban su accionar
en el terror.
Los polacos podían ser condenados a muerte si se descubría
que ayudaban a los judíos. Los nazis crearon un sistema de informantes
en cada pueblo y aldea para que los ayudaran en la cacería de judíos. Los
castigos por no delatar a los judíos eran severos, por lo que los nazis
lograron alta motivación en la población polaca para entregar judíos. Lo
hacían a la denominada Policía Azul(polaca) y ésta los entregaba a los
alemanes”. Grabowski sostiene que los polacos fueron directa o
indirectamente responsables de la muerte de 200 mil judíos, sin contar las
víctimas de la policía”. Desde entonces, Grabowski ha sido muy atacado
en Polonia.
Tanto que como muchos recordarán, en agosto de este año
una corte de apelaciones polaca dictaminó que los historiadores Jan
Grabowski y Bárbara Engelking, acusados de manchar la memoria de un
aldeano polaco Edward Malinowski, en el libro que hemos mencionado, no
tienen que pedir disculpas, lo cual revocó una sentencia de un tribunal
inferior en febrero de este año también, que abrió una dura controversia
sobre la libertad de investigación académica. Los nacionalistas
gobernantes de Polonia dicen que los estudios que muestran la
complicidad de algunos polacos en la matanza de judíos por parte de la
Alemania nazi son un intento de deshonrar a un país que sufrió
enormemente durante la guerra.
En estos días Grabowski estará en Israel dando conferencias. Entrevistado
antes del viaje, dejó varias reflexiones. “Les diré a mis colegas que el
futuro es bastante sombrío. Hay una reiterada intencionalidad de rescribir
la historia, y no sólo en Polonia. También lo vemos en Ucrania, Lituania,
por citar dos ejemplos. Hoy hay un gran frente en Polonia para enseñar la
Shoá como les plazca. Su relato es decirle a sus alumnos que los polacos
sólo ayudaron a los judíos durante el Holocausto. Nadie investiga la
muerte de judíos a manos de los polacos. Hay historiadores polacos que
muestran Auschwitz como un lugar de sufrimiento y matanza sólo de
polacos.
Por momentos, parece que quieren apropiarse del Holocausto”.
Grabowski fue y es muy claro. No hay asunción de responsabilidades en
Polonia, y aunque Israel proteste airadamente, salvo un eventual
enfrentamiento con alguna potencia como Estados Unidos, Polonia seguirá
rediseñando lo que pasó durante el Holocausto. Aunque Israel ha
reconocido 7 mil polacos como Justos Entre Las Naciones, eso no cambia
la ecuación. Y aunque hagan declaraciones más o menos fuertes cuando
se repiten hechos de antisemitismo como los que mencionamos al
principio de esta columna, la realidad nacionalista de las nuevas
generaciones polacas será indefectiblemente torcer qué pasó en
Auschwitz, torcer qué pasó con los civiles polacos que causaron la muerte
de 200 mil judíos. Tanto Israel como las comunidades judías tendremos
cada vez más una tarea compleja y confrontacional: denunciar las mentiras
y no quedarnos tranquilos porque en Polonia sus autoridades condenen
antisemitas y al antisemitismo. Es lo mínimo que pueden hacer. Y
nosotros, reclamar lo máximo.
Reproducción autorizada citando la fuente con el siguiente enlace Radio Jai
Fuente: https://www.radiojai.com/index.php/2021/11/25/115386/el-odio-ancestral-que-las-generaciones-mantienen/