20/Jul/2021
Ynet Español- por Marcos Olivera
Apenas 24 horas después del golpe terrorista sobre la mutual israelita AMIA, el golpe más terrible que conociera el continente latinoamericano que dejó un saldo de 85 muertos y más de 300 heridos, otro ataque con el sello del terrorismo islámico se produjo en Panamá. Sucedió el 19 de Julio de 1994. La aeronave, con 21 personas a bordo, nunca llegó a finalizar la ruta de cabotaje entre Colón y Ciudad de Panamá al impactar contra una montaña tras estallar en el aire por un explosivo lanzado dentro de la cabina. Todos sus ocupantes murieron al instante. Foto: Google.
Los familiares de los pasajeros, en su mayoría judíos, que murieron en Panamá en 1994 tras explotar el avión en el que viajaban, aún esperan justicia y conocer la verdad de la tragedia que Israel considera como un atentado terrorista.
Sin embargo, la brutalidad y los daños del ataque ocurrido en Argentina el día anterior, relegó a un segundo plano el ataque al avión panameño en los medios de prensa internacionales a pesar del luctuoso saldo de 21 muertos, de los cuales 12 eran prominentes empresarios de la comunidad judía panameña. La compañía aérea Alas Chiricanas quebró y dejó de operar al año siguiente.
La investigación judicial es similar a la del caso AMIA. En los primeros meses avanzó y la acusación formal de la justicia panameña recayó sobre el liderazgo khomeinista iraní y su representante regional en América Latina, la organización política-terrorista libanesa Hezbollah como el brazo perpetrador.
Un detalle poco conocido del derribo del Vuelo 901 es que no fue reivindicado sino hasta que los investigadores, que trabajaban bajo la hipótesis de un operativo de Hezbollah, tomó conocimiento de que un grupo chiita auto-denominado Ansar Allah (Soldados de Dios en idioma árabe) asumió la responsabilidad.
Se trató del mismo grupo que estaba siendo investigado por su participación en el ataque a la Embajada de Israel en Buenos Aires, dos años antes, pero bajo otro nombre de fantasía, una práctica a la que usualmente recurría Hezbollah para cometer atentados terroristas sin asumirlos como propios.
El año pasado, cuándo se cumplieron 26 años del ataque, la investigación retomó impulso tras el envío de material sensible del FBI. Allí informaron sobre Alí Zaki Jalil, el principal sospechoso del ataque. Jalil fue visto el día del ataque en la zona del aeropuerto, fue el único cuerpo que nunca reclamaron y meses después lo detuvieron las autoridades panameñas. Pero tras pagar la fianza de USD 150.000 a través de sus abogados locales fue liberado y se le perdió el rastro. Dos décadas después, el sospechoso sigue siendo buscado por alertas rojas de diferentes organismos de seguridad internacional.
De hecho, una circular de búsqueda vigente del FBI identifica a Jalil como persona de alto interés y pide al público información sobre su paradero a cambio de una recompensa. Se cree que ingresó al Líbano vía Chipre con pasaporte venezolano luego de vender un local de elementos de comunicaciones y electrónica de su propiedad en Isla Margarita, Venezuela.
Más allá del paso del tiempo, los investigadores estadounidenses y panameños creen que Alí Zaki Jalil dispone de información sumamente importante. Los familiares de las víctimas creen que la detención de éste posible terrorista podría ayudar a cerrar, al menos parcialmente, la herida que lleva abierta ya casi 30 años.
Fuente: https://cciu.org.uy/el-otro-atentado-que-sufrio-latinoamerica-apenas-24-horas-despues-de-la-amia/