por Ana Jerozolimski / Publicado el 18 de Octubre de 2021
Escribimos estas líneas hoy lunes 18 de octubre, día oficial recordatorio del asesinato del Primer Ministro Itzjak Rabin perpetrado el 4 de noviembre de 1995, o sea hace ya 26 años. Se señala de acuerdo al calendario hebreo y es por ello que lo conmemoramos hoy.
Quisiéramos comenzar compartiendo la “orden del día” del Teniente General Aviv Kohavi, Comandante en Jefe de las Fuerzas de Defensa de Israel, a los soldados de Tzahal, sus comandantes y funcionarios todos. Es profunda, significativa y muy relevante no sólo en lo que se refiere al recuerdo de Rabin sino a la problemática que deseamos abordar en este editorial.
Kohavi comenzó con una cita histórica espeluznante y oportuna, aunque hoy parezca sumamente exagerada y dramática de más, tomada del libro “Las Guerras de los Judíos contra los Romanos”, del historiador judío romano Flavio Josefo contemporáneo de la rebelión judía contra Roma y de la destrucción.
“Y todos los Ministros de los ejércitos romanos se regocijaron por las peleas fraticidas entre aquellos que los odiaban, como si hubiesen hallado un gran tesoro. Y quisieron apurarase a atacar la ciudad….Sus enemigos iban diezmándose unos a otros a manos de sus semejantes, porque se había levantado sobre ellos una terrible maldición, guerra entre hermanos (A.J: guerra civil). Es mejor que los observemos desde lejos y nos sentemos a descansar que intervenir en una pelea entre personas que van a morir, que pelean entre ellos con un espíritu de locura”.
Así escribió el Comandante en Jefe de las Fuerzas de Defensa de Israel:
“Una parte esencial de la idea de la fundación del Estado de Israel es crear un lugar seguro para el pueblo judío en su tierra. Un lugar protegido por Tzahal ante los enemigos de afuera y fortalecido desde adentro por valores y una visión comunes. El común denominador fundamental es el respeto al ser humano, a su fe y sus ideas, y el enaltecimiento de lo multitucultural, de acuerdo al espíritu de la declaración de independencia.
Sobre todos estos conceptos disparó el asesino tres balas, exponiendo una bancarrota de valores y la pérdida del camino judío y sionista. El despreciable asesino fue producto de un grupo pequeño que se encerró en sí mismo y creyó que la verdad se determina sólo de acuerdo a su propio camino. En una sociedad judía y democrática, el individuo sabe respetar todas las ideas y concepciones. Ese es el espíritu del judaísmo y ese es el espíritu del sionismo”.
Y el oficial número 1 de Tzahal, agregó una advertencia:
“El peligro de la división no ha desaparecido y quizás se está fortaleciendo.Como si no alcanzara con el hecho que cada tanto la discusión y las discrepancias cruzan líneas rojas, pues las redes sociales crean hoy nuevas tribus. Cada grupo se concentra en sus sitios y publiaciones y así van creándose vallas entre los tipos de poblaciones y se van erigiendo urallas gruesas y duras, sin portones ni ventanas, y sin capacidad de exponerse ante otros grupos.
El encierro de la persona en la red de “su grupo” bloquea su pensamiento, impide una visión amplia y convierte al hombre en una persona de horizontes estrechos, unidimensional e intolerante”.
Y agregó una clarísima verdad, objetivamente cierta, y no porque la diga quien está al frente del ejército israelí:
“ En Tzahal ocurre un proceso inverso: Tzahal propicia el encuentro entre distintas poblaciones, haciendo que se conozcan, que se abran, que sean tolerantes y puedan desarrollar relaciones de amistad. También desde este punto de vista Tzahal es un bien nacional , para la seguridad y la sociedad. Tzahal continuará cuidando y alentando el amplio común denominador, pero cada uno de nosotros tiene la responsabilidad personal de aportar su parte: de abrirse, no encerrase, de aceptar al otro y no sólo a quien es parecido a uno, de respetar al prójimo siempre y cuando no daña a otras personas, y de recordar que la visión común-un país seguro con una sociedad de altos valores que florezca-es lo más importante de todos.
Que el recuerdo de Itzjak Rabin sea bendito”.
Con la altura de sus palabras, y las verdades que describió, volvió a dejar en claro la dimensión moral que tiene Tzahal, y que el término Fuerzas de Defensa de Israel (la traducción de la sigla Tzahal en hebreo) abarca la defensa no sólo en el sentido estrictamente militar. Esa apertura a todos los sectores que se enrolan, ese abrazo a todos los que quieren formar parte, es un impresionante desafío y logro del ejército israelí.
Que eso ocurra hoy y se haya ido intensificando en los últimos años, es un gran homenaje a Itzjak Rabin, cuyo asesinato a manos de un israelí judío religioso que condenaba el proceso de paz con los palestinos que Rabin había lanzado, fue una vergüenza para el ideal sionista. Discrepar con el proceso de Oslo era más que legítimo. Había también hechos concretos en el terreno que justificaban los temores, la desconfianza, las serias dudas. Pero asesinar a Rabin para detenerlo, fue una traición a los valores que el terrorista Yigal Amir alegaba defender, ante todo, la kipá que llevaba sobre su cabeza.
Hay hoy en día otros judíos con kipá sobre su cabeza, que se consideran religiosos y observantes, y que nos imponen una gran vergüenza a todos. Son una pequeñísima minoría no sólo en el país sino también en el propio sector del que salen y con el que son identificados. O sea, son una minoría también en la derecha o al menos en aquellos en la derecha que no creen en la posibilidad de paz con los palestinos no porque prefieran guerra sino porque no confían en ellos ni en sus declaraciones en inglés ante el mundo.
Nos referimos a jóvenes religiosos que viven más que nada en determinados sectores de Judea y Samaria, que se instalan en muchos casos ilegalmente en puestos en las colinas de la zona, seguidores de una línea radical y a veces mesiánica, pero también rebeldes en cuanto al respeto a la ley del Estado y las instituciones. Seguros de que el Estado no vela por los intereses del pueblo judío y convencidos de que ellos lo saben hacer mejor, pero también por haber salido en muchos casos de marcos formales de educación y carecer de normas claras, esos elementos atacan a soldados del ejército que protege a todos y también a civiles palestinos no involucrados en terrorismo.
Han protagonizado numerosos incidentes de ataques sin previa provocación ninguna a aldeanos palestinos y en uno muy reciente resultó herido un niño de 3 años. Si bien en no pocos casos el trasfondo es de provocaciones anteriores por parte de palestinos en la zona en la que ellos viven, los ataques de estos grupos a gente no involucrada en ningún incidente violento, son absolutamente inadmisibles.Y de más está decir,no aportan nada a la seguridad nacional, todo lo contrario. Pero más allá de ello, son moralmente inaceptables.
Y los ataques a los palestinos, van por cierto de la mano de incidentes recientes en los que fueron golpeados soldados de Tzahal por estos elementos que se hallan fuera del marco de la ley, a los que hasta ahora no se les ha hecho pagar por ello como se debería haber hecho. Si el ejército desmantela alguna estructura que ellos construyeron sin los permisos necesarios, se “vengan” atacando y hasta hiriendo a soldados y dañando vehículos militares.
El Teniente General Kohavi se manifestó recientemente contra los ataques a soldados por parte de civiles cerca del asentamiento de Itzhar, calificándolos de “acciones criminales intolerables”. Lo son sin lugar a dudas.También lo son todos los incidentes violentos en los que esos jóvenes atacan palestinos sin razón.
Aclaremos por las dudas, lo que nos resulta obvio: no perdemos de vista en absoluto el cuadro general de la lucha contra el terrorismo, así como las acciones terroristas de palestinos contra judíos en los caminos de Judea y Samaria, ataques de todo tipo ante los que hay que actuar. Y también tenemos claro-días atrás vimos directamente una filmación que lo confirmaba- que hay casos en los que los propios palestinos prenden fuego a instalaciones que les pertenecen, para alegar que fueron judíos. Hace pocos días un oficial de Tzahal increpó a un palestino al respecto porque lo vio “con las manos en la masa”. El otro quedó balbuceando sin saber qué responder.
Esto nada quita a la condena y la necesidad de acción efectiva contra aquellos judíos que actúan contra la ley del Estado, contra la seguridad nacional y más que nada, contra la moral judía, avergonzándonos a todos los que tenemos claro que eso no es amar a Israel.
En el día recordatorio del asesinato de Rabin, es oportuno tenerlo presente.
Ana Jerozolimski
Directora Semanario Hebreo Jai
(18 de Octubre de 2021)
Fuente: https://www.semanariohebreojai.com/editorial/292