“Al extremismo, al terrorismo y a las tiranías, con voz muy clara, Panamá debe rechazarlos en forma rotunda”
01/02/2023 00:00
Quienes piensen que Adolf Hitler fue el creador del antisemitismo moderno se equivocan. El odio o discriminación en el siglo XX hacia los judíos es una creación rusa que nace de teorías tan absurdas como la de usar sangre de niños cristianos para rituales paganos. Es a través de esos mitos, alimentados por documentos apócrifos y falsos, como los Protocolos de los Sabios de Sión, los que nutren hasta nuestros días el crecimiento del odio hacia los judíos y el Estado de Israel. Según esos “protocolos”, convenientemente dados por ciertos por Hitler y su jefe de propaganda, Goebbels, reflejarían una serie de planes judíos para manipular la economía mundial, controlando los bancos, tomando el poder de los medios de comunicación y fomentando conflictos religiosos. Esos extremos los encontramos actualmente en grupos neonazis en Estados Unidos y Europa, que son alentados por ultraderechistas, como el movimiento de Donald Trump para desconocer el resultado de las últimas elecciones presidenciales de ese país y que promueven tantos movimientos y episodios de violencia como el desactivado recientemente en Alemania, que pretendía dar un golpe de Estado en ese país o los partidos extremistas de derecha en diferentes naciones europeas.
Sin embargo, se manejan informaciones de que Hitler, cuando quiso implementar sus políticas racistas en contra de los judíos, envió espías a Estados Unidos para palpar de primera mano cómo hacía ese país para mantener las rigurosas reglas que por tanto tiempo existieron con la discriminación racial en contra de los negros y que nosotros en Panamá vivimos en carne propia, como consecuencia de la construcción de la vía interoceánica y la creación de la Zona del Canal.
Por supuesto que, a todos esos grupos de Occidente, con semejantes pensamiento, se unen los enemigos históricos de Israel, como Irán y sus aliados Hezbollah y Al Qaeda, que también dan credibilidad a esos protocolos y desconocen hechos históricos tan probados como el holocausto y los campos de exterminio de la Segunda Guerra Mundial.
Panamá no se escapa a esa ola antisemita. Lo vimos en 1994 con la explosión del vuelo 901 del avión Embraer 110 de Alas Chiricanas, que viajaba de Colón a Panamá, donde murieron 21 personas, entre ellas 12 empresarios judíos. El acto terrorista más grande en nuestra historia fue reivindicado por el grupo extremista Ansar Allah (Seguidores de Dios), una rama de Hezbolá. Sus autores nunca han sido aprehendidos.
Esa discriminación inclusive se plasmó constitucionalmente en 1941, siendo Arnulfo Arias presidente, que incluía las llamadas razas de inmigración prohibida (artículo 22): como “la raza negra cuyo idioma originario no sea el español, raza amarilla (asiáticos) y razas originarias de la India, Asia Menor y Norte de África”. ¿Por qué no pensar que, al mencionar a territorios que forman actualmente Turquía, también incluyera a los judíos, a quienes, hasta mediados del siglo pasado, se les llamaba aquí “turcos”, porque gran parte provenían de allá?
En ese contexto emerge el problema denunciado por la prensa mundial, debido a que la Armada de Irán anunció que estará cerca del Canal de Panamá, así como publicaciones del exgobernador de Florida, Jeb Bush, sepa usted con qué intenciones, que alertan sobre trasiego de petróleo venezolano por barcos iraníes. Ambas situaciones han sido aclaradas rotundamente por la Cancillería panameña. Eso ha sido plausible. Pero, a mi juicio, no es suficiente, sobre todo por el desprestigio que retumba en algunas actuaciones de la Autoridad Marítima de Panamá y que han sido cuestionadas internacionalmente. Una entidad que, como el resto de las de este Gobierno, pareciera actúan sin coordinación alguna entre sí.
Además, es inquietante que en todo esto de Irán y las consecuencias que ello implica para nuestra política exterior, que seguramente preocupará a Estados Unidos, así como al mismo Israel, está el hecho de que algunos dirigentes del PRD, partido de gobierno, tengan estrechos vínculos con socios de Irán en el continente, como lo es la narcotiranía de Maduro en Venezuela, quien, en su momento, estando Chávez vivo, puso en duda la existencia del holocausto y siempre atacó a Israel.
Si bien, afortunadamente, en Panamá abrazamos a los judíos como parte integral de nuestra sociedad, debe preocuparnos el giro que esta situación pueda suscitar con los hechos mencionados. No podemos jugar con fuego. Al extremismo, al terrorismo y a las tiranías, con voz muy clara, Panamá debe rechazarlos en forma rotunda.
Analista político.
Fuente: https://www.laestrella.com.pa/opinion/columnistas/230201/habra-antisemitismo-panama