Otmazgin es voluntario de ZAKA, organización israelí encargada de recoger los cuerpos de muertos en situaciones de emergencia para poder darles digna sepultura
Haim Otmazgin (50), casado y padre de 6 hijos, ha visto muchas cosas en sus más de 30 años como voluntario de ZAKA, la organización compuesta principalmente –aunque no exclusivamente– por judíos ultraortodoxos, encargada de recoger los cuerpos de muertos en situaciones de emergencia para poder darles digna sepultura. Ha estado en escenarios de atentados terroristas y accidentes con múltiples víctimas, pero nada como el 7 de octubre.
«Estuve en todos los escenarios de los peores horrores de ese sábado», dijo a El Debate. «Lo central, el lugar en el que fue el festival de música Nova, en las casas de los kibutzim cercanos a la frontera, en los caminos, los campos… Y lo vi».
Haim habla y se le entrecorta la voz. Le ocurrió también cuando presentó su testimonio ante la Comisión sobre la situación de la Mujer en la Kneset, Parlamento de Israel. «Yo tengo fotos en mi móvil. No de todos los casos, pero todos los que cuento, los vi con mis propios ojos. Nadie me lo dijo. Lo he visto. Fue terrible verlo y es extremadamente difícil contarlo».
En un caso un soldado le avisó de un fuerte hedor en un determinado lugar. Haim se acercó, junto con otros voluntarios. Fue viendo lo que llamó «señales que ya conocemos». En determinado montículo de ruinas fue retirando todo lo que cubría el horror que encontró abajo. «Allí estaba el cuerpo desnudo de una mujer. Y en su ingle tenía clavado un objeto filoso».
Respira hondo y agrega lo que vio en una casa, al acercarse al refugio. Antes de contarlo cabe recordar que las piezas blindadas dentro de las casas en los kibutzim están destinadas a proteger en el caso de impactos de cohetes. Pero no fueron concebidos para la eventualidad de una invasión de terroristas que logren violar la cerradura de esos refugios, abrirlos desde afuera y encontrar a sus víctimas adentro, sin tener adónde huir.
«Llegué a un mamád», dice usando la sigla hebrea que significa «espacio protegido del departamento». «La puerta estaba repleta totalmente de impactos de bala. Adentro había dos mujeres, madre e hija, baleadas. La madre estaba con las manos atadas. Y en la pieza de al lado había otra jovencita de unos 19 años, en una cama, con una bala en la cabeza. Le habían bajado los pantalones, no tenía ropa interior. No había rastros de sangre entre el refugio y esa habitación, de lo cual deduzco que cuando irrumpieron al refugio, la sacaron de allí, la atacaron en la otra pieza y la asesinaron».
Como adelantándose a los intentos de quienes él considera son enemigos de Israel que ponen en duda las acusaciones a Hamás por sus atrocidades y los casos de violación, recalca: «Yo me pregunto, si analizamos la situación. ¿Acaso es factible que cuando sonaron las alarmas la familia entró al refugio y decidió dejar a una de sus hijas, desnuda, fuera del resguardo, en otra habitación? Y yo mismo respondo: no hay ninguna otra forma de interpretar lo que he visto». Y agrega: «No, no filmé ese caso. Pero lo vi. Y que nadie ose decirme que eso puede ser interpretado distinto de lo que todos pensamos».
Vimos cadáveres no solamente baleados sino también quemados, mutilados, cuerpos con los que los terroristas se ensañaron, órganos cortados, serios daños físicos a la dignidad del cuerpo ya sin vida
El 7 de octubre Haim llegó primero al lugar de la fiesta. «Vi escenas muy duras. Recogimos cientos de cuerpos con nuestras propias manos. Vimos cadáveres no solamente baleados sino también quemados, mutilados, cuerpos con los que los terroristas se ensañaron, órganos cortados, serios daños físicos a la dignidad del cuerpo ya sin vida. Y recogimos cuerpos también de los caminos, de gente que trató de huir o de esconderse». Allí los encontró el horror.
En la zona del festival Nova estuvo el sábado y domingo, durante horas y horas sin cesar. Al día siguiente llegó al kibutz Beeri, la comunidad en la que hubo mayor cantidad de muertos. El martes, al kibutz Kfar Aza, en cuyo sector juvenil hubo numerosos casos de violación. Y el miércoles tuvo que recoger también cuerpos de los terroristas muertos en enfrentamientos con el ejército. También de civiles dispersos por los campos de la zona cuando intentaban huir.
«En total, como jefe de las unidades especiales de ZAKA, al frente de este operativo, recogimos 903 cuerpos de víctimas mortales, y otros 600 de los terroristas», resume. «La conclusión era clarísima: los terroristas asesinaron, destruyeron y también destruyeron los cuerpos y hasta la dignidad del cuerpo de las mujeres».
No puede dar números exactos. Se sabe que son numerosos. Y lo claro es que «no fue algo esporádico sino un modelo de comportamiento, lo vimos en el terreno claramente».
Reitera que «fue difícil verlo y las palabras no alcanzan para describirlo». Y recalca a quienes ponen en duda, que está dispuesto a ir con cada uno de ellos a los sitios en los que tomó las fotos y contar todo. «Hay que entender que nuestra forma de trabajar en cualquier escenario de muerte no natural, es tomar una foto del rostro, a fin de facilitar la identificación más rápida posible del cuerpo para poder continuar con el proceso necesario que permita la sepultura. Acá entendimos que había algo distinto. Y siento que es una misión, garantizar que todos sepan lo que ocurrió, porque nos han quitado lo más sagrado».
Cuando prestó testimonio ya tiempo atrás ante el Parlamento, en la sala de la comisión que lo recibió se oían duros gemidos. Y él lo había advertido de antemano: «Lo que voy a describir es duro».
En diversos casos en los que encontramos mujeres desnudas, estaba claro que alguien había forcejeado con ellas para quitarles las ropas, se veía en su estado
«En diversos casos en los que encontramos mujeres desnudas, estaba claro que alguien había forcejeado con ellas para quitarles las ropas, se veía en su estado», dijo en su momento. «Una mujer esposada. Otra atada. Otra con partes del cuerpo cortadas. Un cuerpo de mujer con clavos entre el ombligo y la ingle. Y tantos otros casos de sadismo, tantos, tantos más».
Un primer informe oficial sobre el tema ha sido publicado por la Asociación israelí encargada del seguimiento del crimen de violaciones. Otro informe está en camino. Su promotora, la Dra. Kochav Eliyalim –Levy, experta en Derecho internacional y derechos de género de la Universidad Hebrea de Jerusalén, captó ya poco después de la masacre, que muchos en el mundo ponían en tela de juicio las acusaciones israelíes a Hamás sobre violencia sexual, entre otras atrocidades. Y decidió: esto tiene que quedar registrado así como en el instituto de Recordación el Holocausto Yad Vashem en Jerusalén están registrados los crímenes de los nazis en el Holocausto contra los judíos en la Segunda Guerra Mundial. Será publicado en pocas semanas.
Fuente: https://www.eldebate.com/internacional/20240227/haim-otmazgin-terroristas-asesinaron-destruyeron-cuerpos-hasta-dignidad-mujeres_177335.html#utm_source=rrss-comp&utm_medium=wh&utm_campaign=fixed-btn