Ramón Zafrani 31 may 2021 – 12:00 AM
Cuando este artículo salga a publicación, desconozco si en este nuevo capítulo de la confrontación entre Israel y Hamás (o mejor dicho, entre el Estado de Israel y el grupo terrorista Hamás), la misma se ha incrementado o aminorado, pero la verdad es que eso es irrelevante.
Los argumentos que presentaré tienen y tendrán vigencia hasta tanto los palestinos, el propio Israel y el mundo entero dejen de caer, con o sin intención, en el jueguito de Hamás.
Primeramente, es importante establecer una clara distinción entre el conflicto Israelí-Palestino y la guerra que libra el estado de Israel contra los terroristas de Hamás que desean su destrucción. No es lo mismo. Y el unir uno al otro es un gravísimo error, en el cual, lamentablemente, todos, en mayor o menor proporción, estamos cayendo.
Los primeros que deben marcar esa distinción son los propios palestinos. La discusión sobre la viabilidad o no de un estado palestino, su extensión, ubicación, características, etc. es un debate válido. Igualmente, son válidas las diferentes opiniones y/o reservas que diferentes personas grupos o países puedan tener al respecto. No es el tema de este artículo, pero solo mencionaré que Israel jamás se ha negado a la existencia de un estado palestino (de hecho lo aceptó en la propuesta de partición de 1948). Lo que siempre ha sido una preocupación válida de Israel es su seguridad. Por ende, a los palestinos no les trae ninguna ventaja, dejar que su anhelo por un país independiente, vaya atado a la política de un grupo terrorista, cuyo principal objetivo es la destrucción de Israel. Me atrevería a decir que es Hamás el principal responsable que hoy los palestinos no tengan un estado independiente. El pueblo y la Autoridad Palestina deben ser los primeros en condenar la agresión de un grupo terrorista que se está adueñando de su causa, para hacer daño.
Puede sonar absurdo, pero el propio Israel también ha caído en el juego de la manipulación de Hamás y eso debe parar. Israel es un país parte de la comunidad internacional (y como cualquier país tiene sus ventajas comparativas y competitivas que deben utilizar en favor de su interés nacional). Los países petroleros usan su petróleo, las potencias su influencia, otros su ayuda económica, etc. No es posible que Israel siga brindando ayuda tecnológica, médica, humanitaria y otras a países que no sean capaces de decir contundentemente: “Israel está siendo atacado por un grupo terrorista y se está defendiendo como cualquiera de nosotros lo haría, tiene todo nuestro apoyo”. Punto final. Esa constante “equiparación” de Hamás con Israel como si fuera una guerra entre países, es absurda y bochornosa. Israel debe utilizar su tecnología como herramienta para acabar con esa doble moral. País que no condena contundentemente y sin reservas a Hamás por esta agresión y da su apoyo irrestricto a Israel en defensa de su población y su integridad territorial, no debe recibir más asistencia técnica israelí de ningún tipo.
Finalmente, la comunidad internacional en su conjunto (países, organizaciones, ONG´s etc.) deben dejar de pensar que condenar contundentemente a Hamás por sus actos “puede minar el proceso de paz en el Medio Oriente”. Eso es una aseveración ridícula y sin ningún fundamento. Condenar a Hamas y cortar toda relación con dicho grupo terrorista, no implica, en lo absoluto, el rechazo automático a la solución de 2 estados (two state solution). Muy por el contrario, creo que el aislamiento internacional de Hamás la haría más viable que nunca antes.
Pero esta condena si implica un mensaje contundente del mundo: que terrorismo es terrorismo y no va a ser tratado distinto dependiendo de donde venga, a quien quiera hacerle daño, o bajo que bandera se cubra.
El autor es miembro de la Fundación Libertad
Fuente: https://www.prensa.com/impresa/opinion/hamas-y-el-juego-de-la-manipulacion/