por Ana Jerozolimski / Publicado el 3 de Octubre de 2023
Este martes circuló por las redes sociales-de Israel y en el exterior- un video filmado en la Ciudad Vieja de Jerusalem, en el que se ve a un grupo de peregrinos cristianos uno de los cuales lleva una cruz, cuando en la dirección contraria viene un grupo de judíos ultraortodoxos, adultos y jovencitos, en camino a su propio rito religioso, ya que llevaban en sus manos las cuatro especies con las que se bendice en la fiesta de Sucot que se está celebrando estos días. Súbitamente, empiezan las escupidas al paso de los cristianos, como evidente expresión de repudio y rechazo.
El fenómeno no es nuevo pero ha ido en aumento. Si bien ha habido también algún caso de ataque con violencia física, estos han sido muy esporádicos. Pero no es consuelo: las escupidas son una agresión, una manifestación ofensiva y por lo tanto, inaceptable.
Y no sé qué me inspiran más los energúmenos que actúan así , ofendiendo a otros creyentes – en el mismo Dios evidentemente- si pena por su patética ignorancia y bajeza o rabia por el daño que le están haciendo a Israel y al Judaísmo y ante todo a aquellos a los que insultan.
“Elijo” la rabia que me subleva al tratar de imaginar lo que pueden sentir peregrinos cristianos que llegaron a Israel sabiendo que aquí se respira verdaderamente la libertad de cultos, a diferencia de muchos otros sitios en la región, y al presenciar un incidente de este tipo, creen que les mintieron, que la realidad es otra.
Pues no, la realidad no es otra, pero la realidad es a veces un mosaico complejo compuesto por piezas muy distintas. Y junto a la libertad de cultos, al respeto que el Estado de Israel tiene para con los creyentes de muy variadas identidades, está este fenómeno protagonizado por una pequeña minoría, pero que se manifiesta cada vez con mayor asiduidad.
El origen está en los siglos de antisemitismo cristiano, en muchos casos nutrido por la propia prédica de la Iglesia Católica. Pero aunque sigue habiendo antisemitismo y claro que puede haber antisemitas que son creyentes católicos, la situación cambió radicalmente. La Iglesia considera al pueblo judío “nuestros hermanos mayores”, tal cual dijo el Papa Juan Pablo II, de bendita memoria. Y ya antes, el “Papa bueno”, Juan XXIII, acercó , bendijo, dijo todo lo necesario para poner fin a siglos de distancia y crítica al Judaísmo y abrió una nueva página en las relaciones. También el Papa Benedicto XVI aportó lo suyo, entre otros.
Por eso pusimos en el título “ignorantes”. Gente de mente y mirada estrecha que no es consciente de los cambios que se registran en el mundo ni entiende que hay que saber fortalecerlos, en lugar de ridiculizarlos.
¿De qué vale que se pasen estudiando la Torá si luego violan su espíritu? Allí mismo está escrito que Dios creó al hombre a su Imagen y Semejanza. Que nosotros sepamos, el versículo 27 del primer capítulo de Bereshit (Génesis) que lo dice, al referirse a la creación del Hombre, no distingue entre judíos y quienes no lo son.
Pero la ignorancia pasa no sólo por desconocer el cambio que ha habido en la actitud cristiana hacia los judíos hace ya mucho, sino también por la falta de miras, de no comprender el daño que causan a Israel.
Afortunadamente, las condenas de parte de autoridades oficiales israelíes, han sido múltiples, desde el Primer Ministro hasta el Rabino de los Lugares Sagrados, pasando por el Canciller, jefes de partidos religiosos y diversos rabinos. En realidad, no nos sorprende.
Pero no es suficiente.
Combatir el fenómeno ha sido un desafío. No se trata de un atentado programado sino de un acto circunstancial no necesariamente premeditado. Entendemos que la Policía ha intentado capturar a responsables de estos ataques, enviando agentes disfrazados de sacerdotes a las calles de la Ciudad vieja. Original sin duda.
Es importante ya que hay que disuadir a estos energúmenos que actúan así.
Pero para que entiendan ellos solos por qué “esto no se hace” hay que educar. Y eso es responsabilidad de los guías espirituales, de los rabinos que tienen alumnos y comunidades a su cargo.
El fenómeno debe desaparecer totalmente.
Israel no puede permitirse tomarlo con ligereza.
El Judaísmo tampoco.
Ana Jerozolimski
Directora Semanario Hebreo Jai
(3 de Octubre de 2023)
Fuente: https://www.semanariohebreojai.com//editorial/469