La sentencia considera al acusado “cómplice” de los miles de asesinatos cometidos en Sachsenhausen entre 1942 y 1945, aunque no es probable que entre en prisión por su avanzada edad
ENRIQUE MÜLLERBerlín – 28 JUN 2022 – 13:04 EST
La Justicia alemana ha condenado este martes a Josef Schütz, un hombre de 101 años de edad, a cinco años de cárcel por su papel como guardia en el campo de concentración nazi de Sachsenhausen, a las afueras de Berlín. En un nuevo pero contundente capítulo en su larga historia para compensar a las víctimas de los campos, los jueces han considerado que en su antiguo trabajo el acusado fue cómplice del asesinato de 3.518 prisioneros.
“Señor Schütz, usted tuvo un papel activo durante tres años en el campo de concentración de Sachsenhausen, donde fue cómplice de asesinatos en masa”, ha dicho el presidente del tribunal, Udo Lechtermann. El magistrado también ha afirmado que Schütz, que fue suboficial de las SS, apoyó con su presencia los actos cometidos en el campo entre 1942 y 1945. “Todas las personas que querían huir del campo fueron fusiladas. Por ende, cualquier guardián del campo participó activamente en estos asesinatos”, ha explicado el juez.
“Estoy preparado”, ha dicho el anciano, sentado en una silla de ruedas, con camisa gris y pantalón de pijama, en la Audiencia Territorial de Brandeburgo, a donde había sido trasladado para el veredicto. Su abogado ya había anunciado que en caso de recibir una pena muy dura iba a recurrirla, lo que retrasaría el cumplimiento de la sentencia hasta inicios de 2023. Dada la avanzada edad y el frágil estado de salud del acusado, que comparece en libertad, es poco probable que sea encarcelado.
Para la Fiscalía, Schütz ayudó e incitó a la “ejecución por pelotón de fusilamiento de prisioneros de guerra soviéticos en 1942″. También le considera colaborador en el asesinato de reos “utilizando el gas venenoso Zyklon B”. Tenía 21 años. La Fiscalía de Neuruppin, que ha liderado el caso, tomó la decisión de llevarlo a juicio después de obtener pruebas de que conocía lo que sucedía en el campo, aunque no participara directamente en los asesinatos, según explicó a EL PAÍS el fiscal jefe Cyrill Klement. “No sé por qué estoy aquí. Digo la verdad. No tengo nada que ver con la Policía o el Ejército, todo lo que se dijo es falso”, se ha limitado a decir el acusado.
Durante sus declaraciones, el hombre ha ofrecido diversos relatos sobre su pasado, en ocasiones contradictorios. Recientemente, afirmó haber salido de Lituania al comienzo de la Segunda Guerra Mundial para llegar a Alemania, donde habría trabajado como empleado agrícola durante todo el conflicto. “He arrancado y plantado árboles”, afirmó.
Una versión que ha sido impugnada por varios documentos históricos en los que aparecen, entre otros, su nombre y fecha y lugar de nacimiento. Esos papeles demostraron también que, efectivamente, Schütz había sido destinado entre 1943 y 1945 a la división de élite Totenkopf (calavera en alemán) de las SS. Después de la guerra, fue detenido en un campo de prisioneros en Rusia. A su salida, se trasladó a la ciudad de Neuruppin, en la región de Brandeburgo, donde ha vivido como campesino y cerrajero y sin preocuparse por su pasado. Durante el juicio, que se inició en octubre de 2021, el hombre no mostró arrepentimiento sobre sus acciones como vigilante en Sachsenhausen.
“Esta pena corresponde a las expectativas de los demandantes. Se hizo justicia”, ha celebrado el abogado Thomas Walther, que representa a 11 de las 16 partes civiles que han formado parte del proceso. El abogado del condenado, Stefan Waterkamp, citó una sentencia del Tribunal Federal de Justicia de Karlsruhe para sostener que el hecho de haber trabajado como guardia en un campo de concentración no debería bastar para emitir un veredicto de culpabilidad.
Sachsenhausen se estableció en 1936 al norte de Berlín como el primer campo nazi gestionado por las SS, que habían recibido el control total del sistema por orden de Hitler. Estaba destinado a ser una instalación modelo para la red que los nazis construyeron después en Alemania, Austria y los territorios ocupados. Más de 200.000 personas, entre ellas judíos, gitanos, opositores al régimen nazi y homosexuales fueron encerrados en Sachsenhausen entre 1936 y 1945. Decenas de miles de reclusos fueron asesinados o murieron a causa de los trabajos forzados. Allí fueron internados también más de 200 españoles ―al menos 22 perdieron la vida―, todos combatientes republicanos que habían huido a Francia al acabar la Guerra Civil. El más prominente fue Francisco Largo Caballero, que ocupaba un camastro en el botiquín del campo cuando las tropas soviéticas llegaron para liberarlo, el 22 de abril de 1945. Los experimentos médicos, el hambre o las enfermedades fueron comunes hasta la liberación del campo, según explican en el Museo de Sachsenhausen.
Fuente: https://elpais.com/internacional/2022-06-28/la-justicia-alemana-condena-a-cinco-anos-de-carcel-a-un-exguardia-de-un-campo-nazi-de-101-anos.html