La mentira detrás del Oscar a la película israelo palestina “No other land”

por Ana Jerozolimski / Publicado el 3 de Marzo de 2025

Podríamos comenzar con lo que casi suena a plagio hecho con el título, dado que es muy conocida en Israel la canción “Ein li éretz ajéret”, que significa justamente lo mismo que el nombre de la película israelo palestina en inglés: “no tengo otra tierra”. Pero digamos que no se dieron cuenta…en fin…

Antes de analizar el contenido mismo de la película, es ineludible compartir públicamente un pensamiento: quienes hacen una película así, saben que el mundo aplaudirá, y resulta especialmente duro digerir que haya sido obra conjunta de cineastas israelíes y palestinos. Cada uno tiene derecho a su visión de la situación, pero no podemos evitar pensar cuántas distorsiones, mentiras o medias verdades dijo el cineasta palestino que habló con la estatuilla en su mano. No le deseamos a su hija crecer con miedo, pero hacer caso omiso de todas las veces que sus líderes rechazaron propuestas generosas que podrían haber conducido a la fundación de un Estado palestino, es faltar a la verdad. Y olvidar el papel del terrorismo que tanto ha dañado a los propios palestinos-además de a las víctimas israelíes- es mirar la realidad con un solo ojo.

Y no podemos dejar de sentir un profundo rechazo por el hecho que un creador israelí sirve en la práctica-estimamos que sin intención explícita- al juego de odio de los antisemitas contra Israel. Porque cuando un judío defiende a Israel, muchos quitan valor a sus argumentos, dando a entender que si es judío “no tiene gracia” . Pero cuando un judío critica a Israel, los antisemitas, felices, lo toman como la mejor prueba de que tienen razón. 

Un último pensamiento: ¿a alguien se le ocurre que algún palestino podría crear una película así condenando a Hamas? Imposible. Evidentemente, nos alegra la diferencia, de más está decirlo. Pero exaspera la facilidad con la que cualquier cree que puede demonizar a Israel. 

En cuanto al contenido: los creadores mintieron a sabiendas al presentar el drama de Masafer Yatta como un sitio en el que los palestinos vivieron “por siglos” combatiendo durante años reiterados intentos israelíes de desalojarlos cruelmente.

La realidad es que recién hace unos 30 años palestinos comenzaron a construir allí, sin permiso legal ninguno. La zona era usada durante años en forma esporádica por beduinos para el pastoreo de sus animales. También se instalaron a veces en las cuevas de la zona. La realidad nada tiene que ver con una antigua presencia palestina en el lugar, que es absolutamente inventada. Hasta 1993 la Fuerza Aérea de Israel usaba esa zona para entrenamientos, de lo cual se desprende que evidentemente no podía ser una zona habitada.

Y de todos modos, cuando los palestinos sí empezaron a intentar construir allí lo hicieron sin permiso legal ninguno. Apelaron a la Suprema Corte de Justicia de Israel por primera vez en 1999, por lo cual cabe estimar que el lugar no era considerado de gran importancia, hasta que la Autoridad Palestina decidió tratar de intensificar la construcción ilegal en esa región para tratar de fijar hechos consumados en el terreno, precisamente por tratarse de parte de la zona C, que según los acuerdos de Oslo, está en manos de Israel. 

Los palestinos nunca lograron presentar ninguna prueba de propiedad, y los jueces no  los apoyaron. No se llegó a intentos de demolición porque se trató de llegar a acuerdos, o sea que la escena de demolición en la película carece de fundamento.

¿Pero qué importa la verdad cuando hay voluntad de condenar a Israel?

Está claro que el arte- el cine es una de sus expresiones- es una herramienta para hacer crítica política y social. Pero este tipo de situaciones, son un instrumento de demonización y mentira, destinados a ensuciar a Israel.

Ana Jerozolimski
Directora Semanario Hebreo Jai
(3 de Marzo de 2025)

Fuente: https://www.semanariohebreojai.com//editorial/598

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