por Ana Jerozolimski / Publicado el 26 de Marzo de 2019
Negociación, secreto de oro para llegar a la paz.
Se la ha criticado siempre como una paz fría en la que no se ha logrado un verdadero acercamiento entre los pueblos. Es cierto. Es fuerte aún la hostilidad de parte de la población egipcia, más que nada en sindicatos y formadores de opinión, y los distintos embajadores israelíes en El Cairo, han vivido en carne propia la sensación de que las autoridades trababan todo acercamiento verdadero.
Pero es paz al fin, y son los hombres los que hablan, aunque discrepen, no los cañones. Eso se mantiene desde hace ya 40 años, y es el mayor logro estratégico en la historia de Israel.
A nivel político oficial, la situación actual no tiene precedentes en cuanto a ideas compartidas y cooperación hasta en seguridad entre el gobierno de Netanyahu y el Presidente Abdel-Fattah al-Sisi.
Pero las lecciones de la paz con Egipto son más profundas y deberían iluminar también el camino hacia futuros acuerdos de paz.
-En primer término, lo más notorio es que cuando la paz es verdadera y se respetan los acuerdos, ambas partes salen beneficiadas. El solo hecho que ningún israelí y ningún egipcio hayan muerto ya 40 años por una guerra contra el vecino, es la principal bendición que podían lograr. Pero más allá de ello, poder dedicar menos atención a un frente otrora de guerra, permite dedicar esfuerzos y recursos a la cooperación y el desarrollo.
– Cuando se quiere paz, se habla de paz y se actúa con la osadía necesaria para convencer al interlocutor al respecto. En noviembre de 1977, el entonces Presidente de Egipto Anwar el-Sadat, quien había conducido a su país a la traumática guerra “de octubre” (la guerra de Iom Kipur en 1973) contra Israel, viajó a Jerusalem y habló en la Kneset. El peor enemigo de décadas dio un paso valiente que puso en peligro su propia vida, y convenció con ello a los israelíes. Hubo sí quienes pensaron que traía quizás una mala sorpresa en el avión, pero cuando Sadat salió sonriente y saludó desde la puerta del avión, Israel todo salió a festejar.
Si el mensaje es auténtico, Israel rápidamente lo acepta y lo traduce en una nueva realidad. Pero debe haber un compromiso público y tajante con la paz.
– La entrega –en este caso hay que hablar de devolución- de territorios por parte de Israel, era una condición ineludible para avanzar. Israel se retiró de todos los territorios conquistados en el frente egipcio en 1967, salvo la Franja de Gaza, de la que quiso salir pero Egipto no quiso recibir. Con ello, volvía a perder toda profundidad estratégica. Pero el entonces Primer Ministro Menajem Beguin-tan valiente como Sadat- captó que Sadat era serio, que la paz sería un hecho concreto y entendió que a ello, vale la pena apostar.
– La negociación, el diálogo, no tiene alternativa. Sin disparar un tiro, sin atentados ni violencia, Egipto recuperó las tierras que había perdido en la guerra al atacar a Israel, porque irradió determinación a cambiar de rumbo y avanzar hacia la paz. Eso fue clave para Israel, aunque claro que también se resguardó en arreglos de seguridad.
– La paz se hace con los enemigos. La gran revolución de Sadat fue cambiar de dirección, al entender al parecer que no derrotaría a Israel en el campo de batalla y que sería más beneficioso para su pueblo llegar a la paz. Israel podría haberse quedado en la desconfianza y el recelo, pero Sadat mostró en los hechos su cambio. En acciones y en palabras. Eso falta hoy entre israelíes y palestinos.
– Se necesita líderes para cambiar los destinos de los pueblos. Gente dispuesta a ir contra la corriente. En Israel, Beguin-visto como un duro halcón- mostró la grandeza de hacer la paz, pero no le fue difícil en el plano interno, porque casi todo el pueblo de Israel abrazó con emoción el cambio. Sadat sin embargo, fue aislado por todo el mundo árabe. Nadie aportó tanto a Egipto como él, con la firma de la paz con Israel.
– Al cumplir la paz con Egipto 40 años, no todo es color de rosa. Pero habla y discute la gente. Y aún si persiste el odio en parte de la sociedad egipcia hacia Israel, no se traduce en guerra.Eso ya es una enorme bendición.
Ana Jerozolimski
Directora Semanario Hebreo Jai
(26 de Marzo de 2019)
Fuente: http://www.semanariohebreojai.com/editorial/41