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POR REDACCION RADIO JAI
HACE 9 HORAS
EN COLUMNISTAS
Para el judaísmo y el pueblo judío todo, la vida es sagrada y tiene un valor infinito, más allá de definiciones y opiniones más ortodoxas o liberales. Cada secuestrado por Hamas en el pogromo que perpetró el 7/10/23 ha sido y es un dolor permanente para toda la nación judía que ha sentido la barbarie sufrida por los rehenes de los terroristas islámicos como un duelo propio. El 7/10/23 supimos que Hamas se sentía feliz de quemar vivos a bebés, niños, jóvenes, ancianos porque eso hicieron en su pogromo. Por consiguiente, también sabíamos que volver a asesinar bebés, niños, mujeres y hombres secuestrados en Gaza iba a ser totalmente posible porque si al fin y al cabo su objetivo existencial es exterminar a todos los judíos, ¿por qué habrían de diferenciar un bebé de un anciano?
Desde que comenzó esta fase del alto al fuego y hemos visto, primero la tortura denigrante permitida miserablemente por la Cruz Roja de arrastrar secuestrados entre una multitud aullante que los golpeaba e insultaba y hacerles firmar documentos como ex rehenes cuando Hamas sólo cree en documentos de judeofobia; y después esqueléticos israelíes moviéndose con mucha dificultad por las torturas y la debilidad física, nos debería haber quedado claro que no íbamos a ser testigos de liberaciones posteriores en forma muy distinta. Y aunque el sábado pasado, nos puede haber parecido que Iair Horn está muy delgado, pero presuntamente bien y que Sagui Dekel-Chen podía desbordar de alegría por conocer a su hija nacida mientras él sufría cautiverio, la realidad mostró en los días siguientes que ni física ni emocionalmente nadie está ni cerca de bien después del calvario pasado y que ojalá puedan reintegrarse a una vida diaria lo mejor posible.
Y llegamos a hoy y este próximo sábado que llega en dos días. El sábado veremos seis rehenes con vida. Hoy ya estamos ante los cuerpos de cuatro víctimas de Hamas: la familia Bibas, madre y sus dos pequeños, y Oded Lifschitz, todos arrancados del kibutz Nir Oz.
Hoy tenemos en nuestra memoria el 7/10 y las imágenes de Shiri Bibas, una madre de 32 años protegiendo con su abrazo y toda la fuerza posible a su bebé Kfir de nueve meses y al pequeño Ariel de 4 años, mientras eran llevados con brutalidad hacia Gaza, imágenes que recorrieron el mundo, y nos sensibilizaron muy especialmente. No a los cómplices presidentes latinoamericanos o sudafricano que apoyan el terror, a todos los que tienen alguna pizca de sensibilidad. Y con esa sensación se intentó creer que sobrevivirían 500 días y más todavía (ingenuamente sin duda) cuando el padre fue uno de los que volvió entre los secuestrados liberados hace no tantos días y se enteró recién entonces que sus seres más queridos, estaban, de alguna forma en los túneles o en los edificios de las Naciones Unidas en Gaza.
El 7 de octubre Hamas asesinó 37 menores de edad cuando invadió Israel. A los Bibas se los llevó para matarlos en Gaza. Que a los virulentos antisemitas que se sientan en sillones presidenciales o en oficinas de la ONU no les importara nada estos crímenes, fue y es lo esperable. Pero en esta semana en particular, sin olvidar todas las víctimas del pogromo del 7/10, nosotros creemos que debemos acompañar el dolor por y junto a los Bibas y recordar hechos de ese día en el cual cambió nuestra historia. Mila Cohen tenía nueve meses, igual que Ariel Bibas. Fue asesinada junto a su padre en el kibutz Beeri. En Nir Oz, el kibutz de donde se llevaron a los Bibas, fueron quemados vivos Omer Kedem Siman Tov de dos años, sus hermanos mellizos de cinco años, Shahar y Arbel, y sus padres. En una de las casas del kibutz Beeri fueron quemados vivos los mellizos de 12 años Liel y Ianai Hetzroni. Pero los especialistas estuvieron un mes buscando evidencias entre las cenizas para poder identificar a Liel. En Nir Oz recién el 18 de octubre pudieron identificar a Noya Dan, de 13 años que había ido a pasar la noche con su abuela Carmela. Habían quemado la casa. En el kibutz Kfar Aza, uno de los más violentamente atacados por Hamas, los asesinos ejecutaron a toda una familia: Yiftah de 14 años, Yonatan de 16, Rotem de 18, la madre y el padre. La familia Kafshiter retornaba de un fin de semana de camping. Los asesinaron dentro de su auto a Eitan de cinco años, Aline de 8, al padre y a la madre. A consecuencia de los misiles que Hamas lanzó ese día contra Israel desde Gaza, asesinó a seis beduinos entre 5 y 15 años, y a un adolescente judío de apenas 12 años. Hamas hirió gravemente a una embarazada, y aunque su hijo pudo nacer, apenas sobrevivió 14 horas. Una joven de 17 años, con severas discapacidades, había ido al concierto Nova. La balearon hasta matarla. De los más de 250 secuestrados, Hamas se llevó a Gaza 37 menores de 18 años. Los habitantes palestinos de Gaza escupían, pegaban e insultaban a los secuestrados a quienes Hamas arrastró por la ciudad como exhibición. No hicieron otra cosa que aplicar la educación que se les da en las escuelas de la UNWRA, o sea, Naciones Unidas.
Apenas dos semanas después del 7 de octubre, todos recordamos que el secretario general de la ONU Antonio Guterres dijo en el Consejo de Seguridad que lo sucedido “no salía de la nada”. En esta semana nos parece adecuado mencionar lo que le contestó el secretario de Estado británico de Inmigración, Robert Jenrick, porque lo que pidió Israel lo tenemos muy presente, ya que solicitó que Guterres dimitiera, pero el secretario general no tenía eso en sus planes sino seguir como continuó hasta hoy, perpetrando abominaciones desde todas sus oficinas como ya lo hemos reiterado muchas veces. Jenrick dijo entonces: “El Reino Unido no cree que Israel haya violado el derecho internacional. Existe un claro derecho en la legislación internacional para que una nación se defienda, y eso es lo que está haciendo Israel. Nadie, ya sea de forma deliberada o no, debería dar a entender que hay alguna justificación para ello. En ese sentido, creo que el secretario general se equivocó. Espero que no sea eso lo que quiso decir, pero, si lo es, entonces debería retractarse. Es importante que todos tengamos muy claro que no hay justificación para lo que pasó. Lo que ocurrió fue un acto atroz de terrorismo malvado y todos deberíamos denunciarlo”.
Más cerca en el tiempo, el viernes pasado, el canciller alemán Olaf Scholz declaró en un programa de entrevistas con el periodista Tilo Jung que acusar a Israel de genocidio es absurdo. Jung preguntó a Scholz sobre las investigaciones en curso de la Corte Internacional de Justicia respecto a las acusaciones de que Israel está cometiendo genocidio en Gaza, en el contexto de cómo actuaría Scholz si todavía fuera Canciller cuando se publiquen los fallos. Scholz declaró enfáticamente que no se involucrará en debates sobre lo que podrían causar los posibles hallazgos de la CIJ, porque, como abogado, tiene la opinión legal de que declarar a Israel culpable de genocidio sería una evaluación errónea. Scholz también afirmó que la acusación de genocidio es absurda.
Jenrick y Scholz han tenido escaso eco en los organismos internacionales como a esta altura de las circunstancias ya todos sabemos. Ese comportamiento ha dado un gran respaldo a Hamas, pero más aún a los miserables que la han apoyado antes y ahora. Hamas sabe lo que significa para Israel la vida de cada judío, así como Israel sabe que para Hamas la vida no es siquiera una palabra con algún significado. El futuro es incierto cien por ciento al enfrentarse dos culturas opuestas. Los asesinos que Israel libera por el acuerdo del alto al fuego apenas llegan a Gaza o Cisjordania, toman un arma, se ubican frente a una cámara y dicen que su primer objetivo es volver a matar judíos. En Israel, todo el contexto es lo contrario.
El padre de Sagui Dekel-Chen, Jonathan, profesor en la Universidad Hebrea de Jerusalém dio una entrevista esta semana y narró sobre el retorno de su hijo Sagui y cómo fue para el joven enterarse que había nacido su tercera hija en este período donde estuvo raptado. Algunas frases de Jonathan en el reportaje. “Sagui habla con su mirada. Y una vez que vi sus ojos supe que de alguna forma sobrevivió 500 días en el infierno”. “Cuando se le hicieron los primeros exámenes médicos quedó claro que como suponíamos había sido herido el 7/10. Esas heridas necesitarán ahora una larga rehabilitación. 500 días de torturas, hambre, sin atención sanitaria, encerrado en un túnel sin ver luz natural, es toda una pesada carga para el cuerpo de mi hijo y el tiempo dirá. Él es fuerte”. “No hay duda de que Sagui tendrá altas y bajas por días, semanas y meses porque cualquiera que está 500 días en condiciones infrahumanas pensando a cada segundo si lo van a asesinar, conlleva inevitables consecuencias y tendrá que vivir con ello y superarlo”.
En Israel y en Gaza, los menores y mayores fueron masacrados en sus propias casas y en cautiverio por ser judíos. En Gaza, una vez más, han muerto civiles porque han sido víctimas de Hamas que los ha usado como escudos humanos escondiéndose en las casas, edificios, hospitales y escuelas sin sus pomposos uniformes y haciendo de cada uno de esos lugares centros de lanzamiento de misiles. Los que saben que esta es la realidad, lo han reconocido, aun sabiendo que no son mayoría pero igual han enfrentado a las olas antisemitas en cada continente. Los que han apoyado un relato fuera de esa realidad desde el poder de presidencias, monarquías, dictaduras, y organismos internacionales, son miserables cómplices voluntarios de los perpetradores del pogromo de hace 14 meses. Hoy los vemos y los conocemos, mañana quedarán registrados en la historia de la ignominia.
Reproducción autorizada citando la fuente con el siguiente enlace Radio Jai
Fuente: https://www.radiojai.com/index.php/2025/02/20/180952/los-complices-y-verdugos-voluntarios-de-hamas/
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