Opinión. Nunca tuve dudas sobre mi condición de israelí, porque así me educaron, pero según la Ley del Estado-Nación mi familia y yo no somos ciudadanos iguales.
Einav Halabi – Adaptado por Marcos Olivera|Published: 20.05.22, 12:04
Soy una drusa orgullosa. Amo a mi país. El hecho de ser israelí está arraigado en mí desde que nací. Nunca hubo dudas sobre mi condición de israelí, así me educaron y así lo hicieron la mayoría de los miembros de la comunidad.Muchos llamarían a los drusos luchadores, y tendrían razón. Pero luchar tiene muchos significados, al igual que el valor en el campo de batalla, como pueden atestiguar los 451 militares drusos caídos que dieron su vida desde la creación de Israel.
Para mí, son héroes israelíes, no sólo drusos, y a veces no es necesario señalar su identidad religiosa. Lucharon ante todo porque eran de Israel, al igual que sus hermanos y hermanas de armas judíos.El teniente coronel Mahmoud Kehir el-Din, que murió en una operación de inteligencia fallida en Gaza, en 2018, era uno de ellos. Un líder social y valiente. Era lo más israelí que alguien podía ser y, además de su nombre y su religión, no podía ser catalogado de otra manera.No lo conocí personalmente, pero creo que habría despreciado el discurso político barato en torno a su muerte y a la Ley de Estado-Nación de 2018.
La aprobación de la ley fue un momento oscuro para muchos de la comunidad drusa. Una bofetada para nosotros que nos sentimos parte inalienable del país y de la sociedad israelí. La ley establece que Israel es el «hogar nacional del pueblo judío, en el que cumple su derecho natural, cultural, religioso e histórico a la autodeterminación».La cláusula 7 de la ley afirma que «el Estado considera el desarrollo de los asentamientos judíos como valor nacional y actuará para fomentar y promover su establecimiento y consolidación», lo que en esencia supone una distinción entre los ciudadanos por motivos religiosos.¿Qué significa esto? Significa que mis hijos y yo no somos ciudadanos iguales. La Ley del Estado-Nación es una expresión de racismo amargo, lo que para mí es inconcebible.Por un lado, lo hermoso de Israel es que abraza la diversidad, un rico mosaico social y cultural. Por otro lado, me pone una señal de stop roja y brillante que me recuerda: «Eres ‘casi’ israelí; no perteneces». Esta ley y este trato generan frustración.
Nosotros, los drusos, nunca nos opusimos a la existencia de Israel como Estado judío. Y nadie puede negarlo. Al contrario, siempre luchamos y seguimos luchando codo con codo con los judíos para lograr la estabilidad y la prosperidad nacional.La Ley del Servicio de Seguridad se aplicó a la comunidad drusa ya en 1956, y los jóvenes drusos se alistaron en el ejército desde entonces. Nuestra tasa de alistamiento ronda constantemente el 83% y es una de las más altas del país, y la mayoría de nosotros servimos en unidades de combate.
Desde que la identidad y los actos heroicos de Mahmoud Kehir el-Din se dieron a conocer al público, muchos legisladores recordaron de repente lo malo que es este proyecto de ley. Pero para los drusos, a los que la ley considera un anexo del Estado en lugar de una parte integrante del mismo, se trata de un pésimo giro.
Fueron ustedes, los políticos, los que enredaron a la sociedad israelí en estas visiones extremas que rechazan al otro y no abrazan otros sectores y religión. ¿Así que serán ustedes los que lideren el cambio para la comunidad que sacrificó lo mejor de sí misma Independientemente de la Ley del Estado-Nación, el país debe despertar y ayunar antes de que devore a su propia gente.
Fuente: https://www.ynetespanol.com/global/opinion/article/by00rnzhvc?utm_source=ynetespanol.com&utm_medium=Share&utm_campaign=facebook&utm_term=by00rnzhvc&utm_content=Article%20Top