por Ana Jerozolimski / Publicado el 27 de Mayo de 2021
Son numerosos los desafíos con los que tiene que lidiar Israel. Miro alrededor y me pregunto-ya sé, lo he escrito repetidamente-que si sus enemigos dedicaran a sus pueblos la décima parte de la energía, los recursos y el tiempo que dedican a atacarle, serían un modelo de desarrollo y avance mundial.
Pero lo peor de todo son los terroristas y sus defensores en la región que no dejan en paz a Israel y que con ello condenan a su propio pueblo a una desgracia, sino las Naciones Unidas, obsesionadas con la demonización y desligitimación de Israel. Creada sobre las cenizas de la Segunda Guerra Mundial, la ONU se comprometió a combatir la injusticia, a defender a la humanidad de los monstruos que la atacan desde adentro, pero hace todo lo contrario.
Y como suele suceder, el ejemplo más notorio-aunque no el único-es una de sus instancias, el Consejo de Derechos Humanos de la ONU con sede en Ginebra, que este jueves está reunido para anunciar la formación de una comisión que investigue “crímenes de guerra”-de Israel por cierto- sin hacer siquiera mención de los cohetes disparados por Hamas hacia los civiles israelíes.
La aberración está anunciada de antemano, en la propuesta de Pakistán y la Autoridad Palestina, en una nueva forma de declaración de guerra.
No hay mucho que esperar del Consejo de DDHH, que no vela por los Derechos Humanos sino por los intereses de los terroristas y los regímenes más oscuros del planeta.
Según infornó la ONG UN Watch, entre el 2006 y el año en curso, el Consejo de DDHH de la ONU llevó a cabo 24 sesiones especiales en las que criticó a distintos países. No hay que hacer mucho esfuerzo para saber a qué país dedicaron la mayor cantidad de sesiones: Israel.
De 24 sesiones, 9 a Israel, ninguna a Irán, ninguna a Venezuela, ninguna a Coreadel Norte…9 a Israel.
Que los terroristas y regímenes asesinos se ayuden entre ellos, no sorprende. Pero que democracias los fortalezcan, es absolutamente imperdonable.
Habrá que seguir observando de cerca las votaciones de países del mundo occidental, a ver quiénes entienden de qué lado deben estar en la lucha entre Israel y el oscurantismo del terror.
Y para los ingenuos que piensan que el problema es tal o cual actitud de Israel-y lejos estamos de creer que Israel hace todo bien o no merece ninguna crítica- va aquí un claro recordatorio.
Desde la Franja de Gaza , el jefe de Hamas Yehia Sinwar aseguró este miércoles que hay 10.000 suicidas prontos en Jerusalem y Cisjordania para atacar a Israel. Los exhortó a salir a matar,acuchillar, prender fuego y embestir con sus coches a los judíos. Dice que si Israel cumple toda una serie de exigencias- de gran alcance por cierto- Hamas aceptará una tregua por no más de 4 ó 5 años. Por las dudas aclara que Hamas se opone a la existencia de Israel y está a favor de borrarlo de la faz de la tierra,pero consideraría esa tregua por unos pocos años.
Desde Líbano, el jefe de Hizbala Hassan Nasrallah pronunció un discurso al cumplirse 21 años de la retirada israelí del sur libanés y proclamó que por Jerusalem, debe estallar una guerra regional.
Recibe por cierto el apoyo de Sinwar desde Gaza, quien afirmó que el disparo de cohetes desde Líbano al norte de Israel durante los días de escalada, fueron “coordinados de antemano”.
Desde Irán, además de la continuación de los planes del programa nuclear, cuyo objetivo central es Israel, se da absoluto apoyo a los terroristas tanto en Líbano como en Gaza. El jefe de Hamas le agradece públicamente a Irán por su todo el dinero que da a la “resistencia” para empujarla en su “misión”.
Y desde Ramallah, donde el Presidente Abbas tiene el tupé de exigir que no se permita más a judíos subir a la explanada de la mezquita de Al Aqsa, se lanza una guerra diplomática contra Israel para demonizarlo y presentarlo como un Estado criminal.
En medio de esta jungla salvaje, de figuras totalitarias que no dedican ni sus recursos ni su tiempo al bienestar de sus respectivos pueblos, Israel tiene que vivir con normalidad. En medio de esta locura de odio, aunque sabe que el alto el fuego en vigor en este momento no es eterno ni mucho menos, Israel vuelve a aferrarse rápidamente de la normalidad apenas dejan de caer los cohetes. Los cafés están llenos, el movimiento de la gente en la calle es intenso, y la señal es clara: algunos de nuestros vecinos tendrán agendas dementes por las que debemos estar prontos a defendernos, pero no cambiarán nuestro espíritu, siempre con ganas de vivir.
En Gaza Sinwar se vanagloria alegando que Israel destruyó quizás el 5% de los túneles de Hamas pero que les quedan mucho más, que son en realidad más de 500 kms, y en Israel el principal orgullo pasa por otro lado, por la vida, el empuje, el desarrollo. El jefe del Jihad Islámico Ziad Nahale proclama satisfecho que su organización hizo cohetes con caños de agua-como dando a entender que “resiste” a pesar de no tener muchos recursos- y no entiende que está robando a su pueblo la normalidad. Él hace cohetes con caños de agua, mientras Israel abastece agua de la planta desalinizadora de Ashkelon a Gaza.
Las diferencias están claramente planteadas. Por eso, ellos están como están, e Israel está a milenios de distancia, en valores, de los terroristas. En geografía, desgraciadamente, los tiene de vecinos.
Y mientras continúa la sesión del Consejo de Derechos Humanos en Ginebra, me pregunto cómo serán las votaciones, y cuántos países del mundo libre darán a Hamas motivos para morirse de risa de los ingenuos occidentales que no entendieron todavía que al terrorismo hay que combatirlo juntos, firmes, sin transar, junto con Israel.
Ana Jerozolimski
Directora Semanario Hebreo Jai
(27 de Mayo de 2021)
Fuente: https://www.semanariohebreojai.com/editorial/261