Negación; omisión; complicidad: despreciable siempre

POR REDACCION RADIO JAI
HACE 2 HORAS 
EN COLUMNISTAS

Hace 6 años Polonia aprobó una ley que tipifica como delito acusar a los polacos de ser cómplices en el Holocausto nazi. La ley prohíbe también describir a los campos de concentración situados en este país como “polacos”. Quienes se refieran a los campos de exterminio de este modo podrán ser penalizados con hasta tres años de cárcel. ¿Qué sucedió para que se llegara a esto? Lo comentamos más de una vez en esta columna: el reconocido profesor e historiador de la Universidad de Ottawa Jan Grabowski realizó en los últimos lustros profundas investigaciones sobre el accionar de los polacos respecto de los judíos durante la ocupación nazi y, por ende, durante la Shoá. Libros y notas de prensa de Grabowski demostraron irrefutablemente que una importante cantidad de polacos cometieron acciones criminales contra sus vecinos judíos, y que debería ser reconocido por Polonia. Ha sido al revés. Polonia se ofendió, señaló que ellos fueron víctimas(lo cual es cierto pero no todas las víctimas eran polacos y sí todos los judíos fueron víctimas) y que era inaceptable lo escrito por Grabowski.

Yad Vashem ha anunciado hace poco que tiene a disposición de todo el público un nuevo libro de Grabowski titulado:” De servicio o En servicio”, y el subtítulo refiere al rol de la policía de uniforme azul y la policía criminal polacas durante el Holocausto. Grabowski estudió toda la documentación que pudo encontrar en archivos tanto polacos como alemanes. Considerando la ley polaca de 2018 que mencionamos al comenzar la nota, que criminaliza una investigación como la de Grabowski, su nuevo libro que le ha tomado 10 años escribirlo, es hazañoso. Entrevistado por Jewish Telegraph Agency (JTA), Grabowski señala: “Leí en los documentos de la policía polaca una descripción de cuántos judíos lograban matar por día independientemente de lo que hicieran los nazis alemanes. Dejaron documentado por ejemplo como un policía polaco le pidió un vaso de vodka a un judío prisionero y luego de que se lo diera lo asesinó a quemarropa. Leí como mataron compañeros de escuela y amigos de la adolescencia sin ningún problema, incluso en lugares donde los nazis nunca fueron en todos esos años”. Grabowski es contundente:” No es fácil escribir un libro sobre semejante investigación cuando me han perseguido varias organizaciones polacas y una legión de abogados para intentar desacreditarme o que renuncie a mi tarea. Creo que una profunda y completa investigación histórica independiente es imprescindible para evitar que se reescriba la historia y se instale una narrativa de todos los polacos salvando judíos”.

El libro se centra en la llamada policía de azul polaca que si bien se estableció por los nazis cuando invadieron Polonia en 1939, ya existían en realidad y eran unos 20 mil. El libro pone énfasis en una metamorfosis que se ha estudiado mucho a nivel de policías que en toda Europa respaldaron a los nazis y perpetraron todos los crímenes que la historia registra. La metamorfosis fue como señala Grabowski algo difícil de interpretar. Cómo policías que se ocupaban de ordenar el tránsito se convirtieron de la noche a la mañana en feroces asesinos. La investigación como destaca Yad Vashem tiene un valor agregado en el caso de Polonia. Antes de la invasión nazi vivían más de 3 millones de judíos en decenas y decenas de ciudades, villas y pueblos polacos.

Las investigaciones históricas en general se han centrado en las grandes ciudades, pero no en lugares pequeños. De los 340 guetos en Polonia, en el 83% de los mismos había menos de 5 mil judíos en cada uno de ellos. Allí llegó la policía de azul, sobre ello investigó Grabowski.

El libro marca tres etapas de la persecución y asesinato de los judíos polacos. La primera fue encerrar a los judíos en guetos y para ello les dieron un rol central a los policías polacos. Se crearon las conocidas leyes nazis restrictivas en cuanto a vivienda, alimentación, etc. Pero Grabowski agrega que hasta hoy los historiadores no han profundizado sobre cómo la policía polaca se ocupó con rapidez de las leyes antijudías e hizo que la hambruna apareciera velozmente junto a enfermedades y epidemias.

La segunda fase empieza en 1941 con la orden de liquidar los guetos. Para hacer subir a los judíos a los vagones que iban a Auschwitz y Treblinka, la policía polaca hacía redadas y asesinaban a cualquiera que se resistiera. Los nazis no obligaron a los policías polacos a hacer lo que hicieron, los escuadrones policiales tomaron sus iniciativas. En 1941, escribe Grabowski, la policía polaca asesinaba judíos en todo momento.

Después de la desaparición de los guetos, comenzó la tercera fase. En esos años, los polacos cazaban judíos que se habían escapado, les robaban todo y los mataban en complicidad con los ciudadanos del pueblo, y si era posible, como lo fue, los alemanes ni se enteraban. Grabowski hoy enfrenta dos juicios por su último libro, pero él no cede, y comenta que “el Holocausto es una marca universal de la maldad, pero a pesar de décadas de enseñanza sobre la Shoá, hoy hay gobiernos que tuercen la verdad para sus propios fines e intereses políticos. Y esto es muy grave y peligroso y siento que debo luchar contra esa tendencia para preservar el futuro”. Sabemos que Grabowski tiene razón y es muy cuidadoso en esta última acusación que abarca no sólo gobiernos, sino también academia, periodismo y redes sociales. Las brutalidades antisemitas de los presidentes latinoamericanos de Colombia, Brasil, Venezuela, Cuba, etc., banalizando el Holocausto y haciendo comparaciones tan perversas como falsas no son sólo de este continente. Basta recordar al Fiscal de la CPI hoy acusado de acoso atacando a autoridades de Israel mientras tiene encajonadas hace 10 años las pruebas de las barbaries perpetradas por Chávez y Maduro.

Cuando hemos analizado otros libros de Grabowski, no hemos eludido hacer alguna puntualización y no lo vamos a hacer ahora. Sí es cierto que Polonia fue invadida por los nazis y convertida en una suerte de gobernación borrándolo como país. Sí es cierto que hubo muchos polacos asesinados en los campos de exterminio y en las cárceles de la Gestapo porque se les consideró enemigos del Reich. Sí es cierto que los nazis se llevaron niños polacos para arianizarlos. Sí es cierto que hubo polacos que se jugaron la vida escondiendo judíos y salvándolos de la muerte. Y de esto último seguro que quienes nos escuchan o leen conocen más de un ejemplo cercano en el país donde ahora viven.

Pero cada cosa en su lugar. Las investigaciones de Grabowski son ciertas y probadas, e involucran entre perpetradores, cómplices e indiferentes a una importante mayoría de población. No reconocer eso o pretender que con leyes restrictivas se puede ocultar la historia es una torpeza política, o quizás algo peor e incalificable. Ningún historiador serio va a obviar ni un milímetro de la barbarie nazi. Pero ya lo dijimos muchas veces y lo repetimos: los nazis no estuvieron solos para perpetrar la Shoá. Ni en Polonia, Letonia, Lituania, Estonia, Francia, Noruega, Holanda, Bélgica, Ucrania, Rumania y podemos seguir. Y cada uno tiene su lugar en el pozo de la infamia de la historia.

Después de 14 meses de cometido el pogromo de Hamas, el Consejo de Seguridad aceptó recibir hace dos días el testimonio de Michael Levy, hermano de Or Levy, uno de los 250 secuestrados por Hamas. Extraemos algunas frases de Levy en Nueva York. “Quiero preguntarle a cada miembro de este Consejo que haría si quien está secuestrado fuera su hijo o su hermano. Lo que hizo Hamas no son sólo violaciones al derecho internacional sino un ataque contra la humanidad. Vuestro silencio es ensordecedor. Vuestra inacción es sofocante, y por cada día que este Consejo no ha cumplido con su tarea, el mensaje que le han enviado al mundo es claro: vale la pena salvar las vidas de algunos, pero de otros, no vale la pena”.

Grabowski está preocupado que la marca de la maldad pueda desvanecerse en el mar de la banalización y en los océanos del odio. La acusación de Michael Levy no es mucho menor. Le pudo decir al Consejo de Seguridad, a potencias que mientras él hablaba estaban asesinando civiles, a países cómplices, indiferentes y negadores de la realidad que pueden ver hoy en tiempo real, que han delinquido porque han decidido con sus políticas miserables que hay vidas que valen y otras no. La historia registra y no olvida. Nosotros tampoco.

Reproducción autorizada citando la fuente con el siguiente enlace Radio Jai

Fuente: https://www.radiojai.com/index.php/2024/12/19/178789/negacion-omision-complicidad-despreciable-siempre/

Be the first to comment

Deja un comentario