por Ana Jerozolimski / Publicado el 17 de Febrero de 2021
Este miércoles a la mañana en Israel, un cargamento de mil dosis de la vacuna rusa contra el Coronavirus, Sputnik 5, fue introducido a la Franja de Gaza, para la inoculación de equipos médicos. Se trata de vacunas que se hallaban en manos de la Autoridad Palestina en Ramallah, recibidas-no está claro si compradas o en donación- desde Moscú.
La entrega de las vacunas fue aprobada por el gabinete israelí.
Fue precedida de duras críticas del lado palestino al demorarse el permiso oficial. La Ministra de Salud Pública palestina y otras figuras de la AP condenaron a Israel por “bloquear”-según alegaron- las vacunas y desde Gaza los terroristas advirtieron que ello es “una agresión insostenible” por parte de Israel.
En Israel, el permiso dado por el gobierno israelí fue duramente criticado por Lea y Simja Goldin, los padres de Hadar, uno de los dos soldados muertos durante la guerra contra Hamas en el 2014 cuyos cuerpos nunca fueron devueltos, en clara violación del Derecho internacional humanitario. Simja Goldin, que en repetidas ocasiones condenó decisiones del gobierno respecto a Gaza por no supeditarlas a la devolución de los cuerpos, dijo que “este gobierno ha perdido los frenos”.
Cabe agregar que Hadar Goldin fue muerto por disparos de Hamas y su cuerpo secuestrado a un túnel, durante un alto el fuego humanitario solicitado por las Naciones Unidas y aceptado por Israel.
El otro soldado cuyo cuerpo se halla en manos de Hamas es Oron Shaul.
A Hadar Goldin y Oron Shaul se suma el especialmente trágico caso de Abera Mengistu y de Hisham A-Sayeh, dos jóvenes israelíes (judío el primero, beduino musulmán el segundo), ambos con problemas mentales, que años atrás cruzaron por su voluntad a Gaza sin entender lo que estaban haciendo, fueron capturados por Hamas y nunca fueron devueltos a Israel.
Israel siempre trató de distinguir entre las necesidades humanitarias del pueblo palestino en la Franja de Gaza y los terroristas que los gobiernan y que desde Gaza disparan cada tanto cohetes hacia la población civil israelí. La gran pregunta-a la que evidentemente no hay una respuesta tajante- es cómo lograr el equilibrio ideal. En realidad, “ideal” no es nada aquí, cuando se trata de lidiar con terroristas cuya agenda central no es ayudar a su propia población sino ver cómo fortalecer su infraestructura para prepararse de cara al futuro enfrentamiento con Israel.
La sensación que siempre me acompaña cuando observo la información sobre la introducción de mercaderías desde Israel a la Franja de Gaza, es ambivalente. Antes de explicarla, los datos, por ejemplo de la última semana, proporcionados por COGAT, la oficina de Coordinación de las Actividades del gobierno en los territorios, o sea el enlace de las Fuerzas de Defensa de Israel que atiende las necesidades de la población civil palestina del otro lado de la frontera. Entre el 7 y 13 de febrero, 2330 camiones entraron al pasaje fronterizo de Kerem Shalom llevando 72.633 toneladas de distintos tipos de mercaderías . Además fueron suministrados 3.115.900 litros de combustible y diesel. Esto es sólo un ejemplo.
Pues por un lado, no deseo pesar ni carencias a la población civil palestina de Gaza que no está involucrada en terrorismo. Por otro, siento que Israel necesitaría adoptar a veces una línea más dura para recuperar a los soldados y los civiles que se hallan en manos de Hamas en clara y abierta violación del Derecho Internacional.
El problema central es que del otro lado la contraparte es Hamas, una organización terrorista cuyo interés principal no es el bienestar de la población. Recordemos que el propio Yehia Sinwar, jefe de Hamas en Gaza-que ya estuvo enfermo de Covid-19 y se recuperó- no transará en un tema que considera un bien estratégico para él para conseguir vacunas para la población. Me atrevo a suponer que preferirá disparar cohetes hacia Israel y presentarlo como una lucha para poder proteger a los palestinos,aunque eso es lo último que le importa.
Ana Jerozolimski
Directora Semanario Hebreo Jai
(17 de Febrero de 2021)
Fuente: https://www.semanariohebreojai.com/editorial/238