Primero se enseña a odiar, luego a matar

POR REDACCION RADIO JAI
HACE 2 HORAS 
EN COLUMNISTAS

Hace una semana el Consejo de Seguridad recibió a Eli Sharabi, secuestrado por Hamas el 7/10 y liberado después de 491 días en un estado físico tan deplorable, pesando apenas 44 quilos, que hasta algunos gobernantes cuando vieron su imagen tambaleante y demacrada expresaron su contrariedad, no más que eso, y para el pueblo judío fue volver a ver a alguien que parecía salir de los campos de hace 80 años. El silencio del Consejo de Seguridad mientras escuchó el relato del horror de Sharabi, no fue de estupor ni de rechazo sino de indiferencia, porque, así como los representantes del Reino Unido y Estados Unidos sí mencionaron las opiniones de sus países sobre Hamas y su vileza, los demás callaron.
Alguien más quiso ser protagonista. El embajador de Palestina en la ONU desde hace más de 20 años, Ryad Mansour, nacido en 1947 en Ramallah pero que rápidamente se fue a Nueva York donde en realidad siempre ha vivido, se acercó a Sharabi y le dijo” Le expreso mi pésame por su pérdida. Tal vez nadie aquí puede entenderlo: la muerte de seres queridos, el cautiverio prolongado, el temor y el trauma. Otros no pueden hacerlo, pero los palestinos, sí, porque lo vivimos cada día”. Mansour mintió, algo que se hace con naturalidad en Naciones Unidas junto a cómplices de muchos lugares del planeta. Tanto él, como lo hizo Arafat y ahora desde la muerte de Arafat lo hizo y hace Mahmoud Abbas y los centenares de miles de palestinos que conforman el núcleo más grande del poder y los favores, todos viven con comodidad y mucho dinero. Se roban todo: desde los cientos de miles de millones que llegan desde Europa y Estados Unidos, el poder en sí mismo, ya que instalaron una dictadura y ni se les ocurre llamar a elecciones, hasta las subvenciones millonarias que otorgan a las familias de los que asesinan civiles en Israel y se lo dan sin límite de monto y tiempo, consagrando así su apoyo al terrorismo. Pero Mansour fue más lejos. “Hemos visto israelíes vitoreando el genocidio, firmando bombas que caían sobre familias palestinas. Pero no adjudicamos estos actos en general a civiles israelíes ni justificamos la matanza y la deshumanización”. Ya no es sólo mentir sino buscar la forma de torcer incluso lo que se puede ver con sólo tener la voluntad de mirarlo. Pero Mansour jugó con el silencio despreciable en la sala de la ONU. Acusa sobre el genocidio que no existe, pero no tiene el coraje, lo cual es lógico, de mencionar el sí intento de genocidio de Hamas el 7/10. Dice cualquier disparate sobre la población civil israelí y para peor pretende clasificar la calidad de los ciudadanos de Israel. La memoria y la historia marcan claramente quienes hacían no hace tantas décadas esas “selecciones”. Mansour en realidad dio un seudo pésame contrario a su creencia firme de apoyar el terrorismo de Hamas y bendecir los asesinatos de civiles israelíes por décadas desde su cómodo lugar en Nueva York. Más despreciable todavía: quiso utilizar a un sobreviviente del terrorismo palestino para espetar otra de sus habituales diatribas antijudías.
Sharabi relató su sufrimiento, su historia y la de otros secuestrados por Hamas. Y soportó la inmoralidad de Mansour así como el silencio de los representantes de los países que ahí estaban. Sharabi vivía en el Kibutz Be’eri, una comunidad pacífica cerca de la frontera con Gaza junto a su esposa británica Lianne y sus dos hijas, Noiya, de 16 años, y Yael, de 13. Sharabi fue uno de los secuestrados y arrastrados a Gaza. Lo separaron de su esposa e hijas sin saber que nunca volvería a verlas. “Me llevaron a Gaza encadenado, golpeado, humillado. Me encerraron en túneles a 50 metros bajo tierra. Pasé hambre. Perdí 30 quilos. ¿Dónde estaban las Naciones Unidas? Fueron 491 días de hambre, de estar encadenados bajo tierra. Y nadie vino.”
“El 7/10 entraron en mi casa diez terroristas. Me agarraron a la fuerza y me separaron de mi familia. Vi cómo llevaban a Lianne y a mis hijas a la cocina. Escuché como gritaban mi nombre. Yo gritaba los de ellas. Les dije que no tuvieran miedo. Pero el miedo que yo sentí en ese momento jamás lo había vivido. Esa fue la última vez que las vi. Mientras me arrastraban fuera de casa, les prometí que iba a volver”. Sharabi no sabía que esa fue la despedida definitiva. Encadenado, con el rostro ensangrentado por los golpes, llegó a Gaza, donde “Me convirtieron en su trofeo. Ni bien llegamos, una multitud intentó lincharme”. Durante 52 días, estuvo encerrado en un departamento, atado de manos y pies con cuerdas apretadas que le perforaban la piel. Se desmayaba, se despertaba y todo seguía igual, apenas con algo de agua y casi sin comida. Cada día era igual: miedo, hambre, golpes, desesperanza. Sharabi miró a los impávidos embajadores y dijo:” “Ustedes hablan de la crisis humanitaria en Gaza. Yo vi Gaza con mis propios ojos. Vi a terroristas bien alimentados con ayuda internacional mientras los rehenes éramos tratados peor que animales. No recibí ni una visita de la Cruz Roja. No me dieron atención médica. Nadie verificó si aún estaba vivo. Nadie vino a ver en qué condiciones nos tenían. Nos dejaron solos. No acepto excusas. No acepto justificaciones. Si de verdad creen en los derechos humanos, entonces tráiganlos a todos de vuelta”.
Al retornar a Israel se enteró que su familia había sido masacrada. En el camino de su cautiverio quedaron otros secuestrados de quienes también habló hace una semana. Terminó sus palabras diciendo que es un sobreviviente. Algo que el eterno embajador palestino Ryad Mansour no puede entender hablando en Nueva York y mirando a sus amigos de Ramallah de muy lejos. Cuando les dijo si creen en los derechos humanos, en realidad los acusó, como corresponde, que no lo hacen. ¿En qué derechos humanos creen China, Rusia, Turquía, Irán, Sudáfrica, los presidentes de Colombia y Chile?
La barbarie empieza desde la educación. El Instituto para el Monitoreo de la Paz y la Tolerancia Cultural en Educación Escolar (IMPACT-SE) fundado en Israel en 1998 ha publicado un informe esta semana sobre los planes de enseñanza desde el 23 de febrero en Gaza, producidos por la Autoridad Palestina para 300 mil estudiantes desde grado 1 al 12. Resalta el antisemitismo. El libro de historia del grado 11 retrata a los judíos como manipuladores de todos los asuntos mundiales y se ilustra con una mano cubierta de la Estrella de David despedazando un mapa de todo el mundo. El mismo texto dice que la identidad nacional judía es un invento para justificar la colonización y resalta que los judíos” engañan, mienten, son inmorales y hostiles hacia todo el islam”. Desde primer grado los libros les enseñan que el martirologio es un camino para tener una recompensa divina, y se les explica que “la violencia contra Israel es un deber noble y necesario”. En cuarto grado los mapas borran a Israel, y Tel Aviv y Haifa se muestran como ciudades palestinas. En segundo grado tienen poesías que deben aprender referidas al ataque de Hamas del 7/10, y en los poemas los asesinos son “héroes y símbolos de orgullo”. El CEO de IMPACT-SE Marcus Sheff al criticar a la Autoridad Palestina por redactar textos brutalmente antisemitas y así burlarse de los cientos de millones que reciben para hacer programas, declaró: “La Autoridad Palestina firmó un acuerdo con la UE comprometiéndose a reformar los planes de estudio. En lugar de ello, vemos que continúan incitando al odio y a la violencia enseñando antisemitismo, glorificación del terrorismo, y deshumanización de los judíos. En los salones de clase palestinos se planta la semilla del extremismo con materiales que no se diferencian de los anteriores, al revés, son más radicales. Iremos a mostrarle a la UE como ha traicionado la Autoridad Palestina el acuerdo firmado con ellos”.
Hay muchas cosas para decirle a la Unión Europea que hace fluir millones en Ramallah desde hace mucho tiempo y siempre con el mismo resultado: los palestinos hacen lo que quieren con el dinero, preparan a la población para odiar y asesinar y la UE sigue con los envíos. No es que toda la UE está decidida y firme en dejarse engañar, pero ahora, con pruebas evidentes ¿tendrá el coraje político de enfrentarse en serio a los capitostes de Ramallah tan asociados para delinquir con Hamas en cómo odiar a Israel, y decirles hasta aquí llegamos? Dudoso. Muy dudoso que pase algo así. Las mentiras de la Autoridad Palestina y el uso de las fortunas que recibe van a Ramallah y pasan por Gaza. Pero la UE hace discursos.
En este contexto perverso, Sharabi habló muy claro. Cada día los secuestrados tienen menos posibilidades de sobrevivir y la resiliencia no es infinita porque nada de lo humano lo es. Y cada día Hamas recibe señales de impunidad porque mientras roba los camiones humanitarios y tiene luz verde para enseñar a sus niños a inmolarse, la retórica tapa como un muro enorme las posibilidades de salida de los que agonizan en sus túneles.

Reproducción autorizada citando la fuente con el siguiente enlace Radio Jai

Fuente: https://www.radiojai.com/index.php/2025/03/27/182419/primero-se-ensena-a-odiar-luego-a-matar/

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