21 Febrero, 2019Por Joseph Hodara La Aurora
La cercana contienda electoral redefinirá sustancialmente múltiples temas que modelan a la sociedad israelí. Entre ellos: el peso relativo de las fuerzas políticas mal caracterizadas como derecha e izquierda, la división y autonomía de los poderes, la libertad de los medios de información y la suerte y peso de la familia Netanyahu, entre otros asuntos. Circunstancias que directa u oblicuamente gravitarán en la calidad de los nexos con las diásporas judía e israelí y en los rumbos diplomáticos y militares del país.
Tres hechos merecen en este contexto particular atención. El primero alude a los crecientes desequilibrios en el reparto del ingreso nacional; el segundo refiere el debilitamiento del carácter secular de la sociedad israelí y el último señala la ascendente presencia de recursos militares no convencionales que de momento favorecen a Israel. Siguen breves comentarios a estos temas.
La brecha ingreso
Múltiples estudios -algunos publicados en el marco de la Unión Europea y otros de factura local- indican que el producto nacional israelí se reparte crecientemente de manera desigual entre los diferentes estratos de la población. Conforme a estas estimaciones Israel hoy se ubica por encima de Estados Unidos, Turquía y México que muestran severos desequilibrios en el reparto del ingreso, pero muy lejos de la mayoría de los países europeos.
Los estudios del centro académico Adva apuntan, por ejemplo, que un decil de la población controla más de la mitad del producto nacional, y que 500 familias en el país atesoran el 7.5 por ciento de este acervo. En forma explícita y en términos personales las encuestas periódicas de Forbes señalan la riqueza de figuras como Shari Arinson, Itzhack Teshuva, Arnon Milchen, la familia Azrieli y otros que supera con amplitud los mil millones de dólares. Con fortunas personales algo inferiores menciona también a políticos como Nir Barkat, Biniamin Netanyahu, Naftali Bennet , Abi Gabai y Yoav Galant . Quien desee ampliar estos datos encontrará en Google fuentes confiables que enriquecen la información.
Indican por ejemplo que la brecha-ingresos entre ciudadanos judíos y árabes es significativa, y que también se presenta entre laicos y religiosos ortodoxos. Sin embargo, ni en sus dimensiones ni en importancia se aproximan a las más arriba señalada.
Ciertamente, estos crecientes desequilibrios ponen en aprietos la estabilidad, la justicia social y la unidad del país. Cabe suponer que la actual pasividad de los sectores menos favorecidos no se mantendrá indefinidamente. Las agitadas protestas ocurridas en el 2011 se repetirán más temprano que tarde.
El fundamentalismo religioso-nacionalista
La extrema derecha nacionalista y los círculos religiosos ortodoxos coinciden en el rechazo a los grupos judíos francamente seculares que conceden amplia tolerancia a la diversidad de prácticas y convicciones. Los alcances del descanso sabático, la conformación y contenido de los programas escolares, la separación de estudiantes según género en los marcos académicos, las restricciones para acceder y elevar oraciones en el Muro jerosolimitano -entre otros asuntos- gestan y ahondan conflictos no sólo en la población israelí, amplían también las distancias entre Israel y la diáspora judía tanto secular como reformista. Si no se corrigen la ruptura se tornará irreparable.
Corresponde agregar que también la diáspora israelí conocerá restricciones en múltiples países y mercados si el fundamentalismo nacional-religioso no es frenado. En los países donde viven y trabajan se planteará esta razonable y elemental pregunta: por qué concederles libertad y facilidades cuando el país de origen las ignora?
יHacia un inestable equilibrio nuclear
Múltiples fuentes indican que Israel es hoy el único país en el Medio Oriente con poder nuclear. La doctrina oficial que reza que Israel no será el primer país -ni el último- en hacerse de armas no convencionales carece de sustento. Fuentes informales como Google, los emplazamientos en Dimona e incluso declaraciones recientes de Netanyahu en foros públicos indican la fragilidad de esta doctrina.
Más aún: Israel se inclina a ofrecer y suscribir discretos entendimientos con países árabes vecinos, en particular con aquellos localizados en la península árabe que sustentan valores e intereses divergentes a los de Irán. Es obvio que si Teherán logra un importante poderío militar no convencional, Israel habrá de encarar riesgos y escenarios que si no serán sabiamente manejados pondrán en peligro su estabilidad y existencia. Sostener un equilibrio nuclear en un país de reducida superficie es un asunto totalmente diferente al que se presenta en Estados Unidos o Rusia.
En suma:
Más allá de los resultados en términos de partidos y de la composición de la futura coalición gubernamental que se conocerán en la segunda semana de abril es importante no olvidar que lo que en verdad está en juego es la calidad y el futuro de la democracia, la índole de los nexos con las diásporas judía e israelí y la sabiduría para preservar el equilibrio geopolítico y militar en la región cuando ésta debe lidiar con el riesgo nuclear.