Por Ana Jerozolimski / Publicado el 10 de Marzo de 2019 a las 16:33
Con la tiple campeona paralímpica israelí Pascale Bercovitch.
Pascale Bercovitch (51) es una mujer especial. No por haber perdido sus piernas a los 17 años sino por el espíritu que la mueve, por todo lo que hace y logra a pesar de su accidente. Por no haberse sentido nunca desgraciada a pesar de la envergadura de lo sucedido.
A los 40 años comenzó su carrera olímpica y ahora sueña llegar a la olimpíada de Tokio en el 2020. Pero lo central, nos explica, no es la medalla sino cómo se marcha por el camino.Es una gran deportista paralímpica en tres ramas distintas,lo cual de por sí no es muy común. Está casada y es madre de dos hijas. Dicta conferencias en Israel y el exterior que sirven de motivación a muchos, inspirando con su actitud ante su propia historia de vida. Este es un resumen de una larga y apasionante entrevista con la que nos ha honrado.
P: Tras contar todo lo que haces y adelantar lo central de tu historia, me pregunto cómo te definirías.
R: Evidentemente diría ante todo que soy una deportista paralímpica, ya que a eso dedico gran parte de mi tiempo. ¿Definición? Diría que soy una persona que siempre trata de mejorar.
P: ¿Dirías que las circunstancias con las que has tenido que lidiar en tu vida, te llevaron a tener que desplegar el empuje que te caracteriza hoy en tu vida deportiva o que eso tiene que haber estado en ti de fondo ya antes y el haber perdido tus piernas fue lo que te conectó con tu fuerza interior para que puedas usarla a fin de seguir adelante?
R: Creo que yo nací con un carácter optimista y fuerte. Es que nací en un suburbio no tan simpático de París y en el seno de una familia nada sencilla.. Siempre fui optimista y fuerte, siempre empujé hacia adelante y siempre lograba levantar el ánimo a la gente a mi alrededor. Cuando resulté herida , creo que me ayudó mucho el hecho que hasta ese momento mi vida no había sido fácil .O sea, cuando perdí las piernas a los 17 años de edad, yo ya sabía que la vida no era un picnic. No es que de repente me pasó algo terrible después de haber vivido una infancia rodeada de algodón, en un entorno perfecto. Para nada. O sea que cuando me pasó eso, ya estaba acostumbrada a lidiar con situaciones complejas. Así que creo que el hecho que mis padres habían sido duros conmigo terminó ayudándome en un momento de crisis.
UNA INFANCIA DURA QUE TERMINÓ AYUDANDO
P:¿Te puedo preguntar algo muy personal?
R: Claro, lo que quieras, no tengo secretos.
P: ¿Por qué destacas que tu vida ya antes del accidente había sido tan difícil? ¿Qué me puedes contar al respecto?
R: Te diré…mi papá es sobreviviente de la Shoá. Si bien no estuvo en los campos, durante toda su niñez estuvo huyendo de un lugar a otro. Toda su familia paterna fue aniquilada en Rumania y él y sus padres lograron salvarse gracias a la inventiva de su madre, mi abuela, que cada vez sabía ubicarlo en otro sitio, ocultarse y volver a escapar. Dos veces fue capturada por la Gestapo y en ambas ocasiones logró escapar. Era una mujer sumamente fuerte y especial. Pero al mismo tiempo tenía una personalidad nada fácil. Y mi padre sufrió muchísimo durante todos esos años. Tuvo que esconderse en armarios de casas de familia que casi no le daban comida y agua. Estuvo en todo tipo de lugares muy duros y salió de todo con un gran desequilibrio. También era violento, tenía exabruptos de violencia muy duros , especialmente contra mi madre.
P: Es difícil escuchar tu descripción.
R: Sí, lo sé. Nunca sabíamos qué iba a ocurrir en un momento, cómo papá reaccionaría a cada cosa, a cualquier palabra. Me acuerdo que queríamos alegrarlo en su cumpleaños pero él veía ese día como algo muy duro y todo se convertía en un infierno. Todo giraba en torno a la Shoá, a cuán duro era ser judío. Crecí toda mi niñea con valijas vacías a la entrada de la casa por si había que huir súbitamente.
Y mi mamá, que había nacido en una familia católica que había escondido judíos durante la Shoá, no sabía cómo lidiar con esa situación. Le tenía una gran compasión a mi padre , todo el tiempo, y temía que él se hiciese algo. Pero todo el ambiente era muy sombrío, siempre. Así que cuando a los 17 años resulté herida, me dije “ok, estoy herida”.
P: Simplemente otra cosa más…
R: Exacto. Eso lo entiendo hoy en retrospectiva. En aquel momento, muy rápidamente entendí que era un poco distinto de lo que había vivido de niña, que era algo relacionado solamente a mí misma. O sea, sentí que era mi accidente , no algo relacionado a la familia. Yo siempre estaba intentando conectar a mi papá con mi mamá, a mi papá con mi hermana, siempre estaba intentando mejorar el ambiente en casa , y aquí sentí que me había ocurrido algo difícil pero que me ocurría sólo a mí. Y que por ende, puedo manejar esa crisis según mi propio encare, sin tener que tomar en cuenta al resto de la familia.Que lo podía manejar a mi forma, como yo lo deseara. Y eso fue lo que hice. Tomé las riendas de la situación, sentí que el haberme deslizado sobre las vías del tren era, en términos generales, mi propia culpa, ya que no se corre sobre las vías del tren, todos lo saben, aunque en mi barrio, todos lo hacían , también mi padre. Yo sabía que era peligroso , me arriesgué, me resbalé sobre el hielo y ese fue mi problema. No culpé a nadie. Me dije a mí misma “ok, esto es lo que me pasó. Es lo que tengo ahora y de aquí tengo que seguir”. Y fue entonces que decidí que concretaría mi sueño.
P : Emigrar a Israel…
R: Así es, hacer aliá, enrolarme al ejército. Para mí, ambas cosas iban juntas. Yo de todos modos ya tenía planeado irme a Israel y enrolarme al terminar los estudios. Y decidí continuar a pesar de lo que había ocurrido.
LA PRIMERA VOLUNTARIA EN SILLA DE RUEDAS
P: ¿Qué hiciste en tu servicio militar?
R: Yo fui la primera voluntaria en Tzahal en silla de ruedas. En 1985, un año después de haber perdido las piernas, llegué al ejército . En aquel momento gente con discapacidad no podía hacer el servicio militar. Pero yo me empeciné. El plan de enrolarme era previo a mi accidente, o sea que ya había recibido fecha de entrada al servicio . Me había ayudado gente de antemano porque yo iba a estar en el ejército sola, o sea sin mi familia en el país, pero luego se agregó lo del accidente. Y esa gente dijo que me ayudará a concretar mi sueño, me dieron luz verde para seguir adelante, y eso me confirmó que no estoy sola, que tengo razón en lo que siento, que puedo concretar cualquier sueño. Y en el ejército dijeron, cierto que hasta ahora esta opción no existía, pero desde ahora, existirá. Debo recordar aquí la ayuda que recibí del Brigadier General en la reserva Aharon Davidi que fundó el movimiento de Voluntarios por Israel.
Al principio hice todo tipo de cosas. Como no sabía hebreo al principio, estuve en todo tipo de depósitos, clasificaba tornillos, llenaba bolsas de café, hasta que mi hebreo mejoró y pude ser guía de voluntarios que llegaban del exterior. Para mí fue una promoción impresionante. Me sentía una reina , nada menos que eso. Era nueva en el país, el tema de la herida era bastante fresco, aún no me sentía independiente pero Tzahal me da esa responsabilidad. Sentí que confiaban en mí. Llegaban grupos y se encontraban con una guía de Tzahal en silla de ruedas. Hoy es otra cosa pero hace 35 años era muy extraño porque la gente no estaba acostumbrada a ver lisiados en la vida común. En general, los lisiados se quedaban en sus casas.
P: Hoy es natural verlos en el espacio público, como parte integral de la sociedad.
R: Así es. La mentalidad cambió, mejoró mucho. Me alegra mucho que mis hijas hayan nacido en un mundo en el que gente con discapacidad que nació así o que la adquieren a raíz de algo que les sucede en medio de la vida, vive mucho mejor que lo que se podía vivir hace 35 años.
P: Así que al enrolarte el servicio militar te aportó a ti pero también tú enriqueciste a Tzahal, abriste puertas.
R: Es cierto. Para mí era un sueño servir en Tzahal y hacer mi aporte al pueblo de Israel. La experiencia me aportó mucho. No fue nada sencillo porque yo estaba sola y no tenía nada. Pero lo hice todo y seguí adelante.
ACTITUD ANTE LA VIDA
P: O sea Pascale, que cuando sufriste ese accidente, no sentiste que se venía el mundo encima. ¿Nunca te planteaste “perdí mis piernas…y ahora qué será de mi vida”?
R: Sé que puede sonar extraño , pero no…Recuerdo que en el momento mismo del accidente, cuando aún estaba sobre las vías del tren, antes de que llegue gente a salvarme, yo me imaginaba a mí misma sentada en un murito bajo en Jerusalem, sin piernas, con una amplia sonrisa.
P: ¿O sea que nunca llegaste a sentirte desgraciada?
R: Nunca. Claro que hubo momentos de frustración y épocas menos sencillas, pero nunca sentí que me había pasado algo malo. Recuerdo que en aquel momento conocí otros heridos en el hospital y cuando ellos mismos me preguntaban cómo me había pasado, yo no los entendía. Para mí siempre fue claro que ese era mi destino, algo muy fuete que me pertenecía a mí, ineludible. Así como tenía rulos en el cabello, no tenía piernas. Así lo vi siempre. Parte de mi esencia, de lo que me definía.
Y cuando me preguntan de dónde saco fuerzas digo que es muy sencillo, que miro el viento, los árboles, el atardecer, los pájaros que trinan para mí en mi patio y siento que todo eso es mío y que sería un desperdicio no aprovecharlo.
P: Me hiciste acordar ahora a Shimon Peres (z”l) que en una de las entrevistas que me concedió dijo que no tiene sentido hacer cuentas del pasado, que eso es perder el tiempo, y hay que mirar siempre hacia adelante porque el pasado de todos modos no se puede cambiar.
R: Te cuento que yo tenía una relación excelente con Shimon Peres, lo conocí bastante bien y nos teníamos mutuamente un gran cariño. Y me dijo una vez algo muy fuerte, que le preguntaron si hay algo de lo que se arrepentía, y él respondió: de no haber soñado suficientemente a lo grande.
P: Creo que si me dijeran esa frase sin contarme que era suya, debía adivinarlo. Ese era Shimon Peres, sin duda.
R: As es, realmente lo define. Yo siempre siento que soy parte de algo grande. Y mi fuerza viene del mundo del que soy parte, del universo, la naturaleza misma .
FUENTE DE INSPIRACIÓN
P: Pascale, tú sabes que estoy hace tiempo intentando combiner esta entrevista y no se daban los tiempos. Ahora, justamente cerca del Día internacional de la Mujer, logré concretarlo y no puedo dejar de preguntarte si acaso sientes que eres un ejemplo, un modelo, una mujer que marca caminos…
R:Me llevó muchos años entender que para mucha gente, soy una especie de modelo. Al principio yo me decía a mí misma que lo que yo vivo lo viven todos, que soy exactamente como los demás. Pero se me fue acercando mucha gente en conferencias que brindo en diferentes partes, salas llenas, y entendí algunas cosas. Creo que a esta altura ya he disertado ante un millón de personas.
P: Has tocado numerosos corazones.
R: Así es.El caso más emocionante que viví fue tras una de las primeras conferencias que di a un grupo de familias que habían perdido hijos en el ejército o en atentados. Esas conferencias las doy en forma voluntaria en el marco de una asociación llamad “Mishpajá aját”, o sea “Una familia”. Al terminar, se me acercó un padre y me dijo que desde que había perdido a su hijo, vivía en la oscuridad. Y que después de escucharme a mí, veía por primera vez la luz al final del túnel.
P: Y ahora estás llorando…
R: Sí, perdona, me emociona mucho. Fue realmente muy fuerte.Y tengo clarísimo que perder un hijo es muchísimo peor que perder las piernas. ¿Qué puedo decirle yo a un hombre que sintió que el cielo se le había caído encima al caer su hijo? Nos abrazamos y yo realmente sentí que salía de allí como más erguido, con luz. Y me sentí privilegiada de haber podido darle algo.
P. Y claro que él no fue el único caso.
R: Claro que no. No te imaginas luego lo que la gente me escribe, los mensajes que me mandan…libros que han escrito luego de haberme escuchado y haberse decidido a no seguir postergando. Es una locura. Así que realmente capté que recibí un regalo y que con mi propia experiencia estoy cumpliendo una misión, ya que cuando explico cómo veo el mundo, cómo viví lo que me pasó y seguí adelante, estoy ayudando a otras personas.
Claro que a veces puede ser cuestión del momento en que una persona escucha mi historia , justo cuando precisa ese empuje. Y ahí siento que valió la pena. Pero no es algo que inventé yo sino que fueron las circunstancias. Pero para gente que tiene dudas, que pasa por un mal momento, puede ayudar. Porque yo, la verdad, no vivo con dudas. Tengo muy claro qué está bien y qué no en este mundo. Tengo claro qué hay que hacer. Además, es cuestión de edad, de madurez.
LA FAMILIA
P: Ser madre también te da una gran responsabilidad.
R: Así es. Ser madre es lo que más cambió mi vida. Siempre digo que mi gran escuela en la vida fue Eden, mi hija mayor. Ella me convirtió en una mejor persona.Tiene hoy 17 años. Y la menor, Mica, tiene 9.
P: ¿Tus hijas te preguntaron alguna vez cómo puedes hacer todo lo que haces sin piernas?
R: No. Ellas crecieron viéndome así con total naturalidad. Apenas comenzaron a sentarse, se sentaban en mi silla de ruedas. A veces me piden que les alcance un plato, un cubierto y yo les digo que no, que se levanten y agarren ellas , a lo cual responden “pero mamá, ya estás acá, en la silla de ruedas, puedes rodar y traerme el tenedor…¿para qué me tengo que levantar?”.
P: El humor especial de tu casa…
R: Así es en mi casa. Yo me río, le digo que se levante ella a agarrar su tenedor porque yo estoy comiendo y no me voy a mover. Ellas no sienten que yo estoy limitada, están acostumbradas a que es posible hacer muchas cosas. Les explico que toda persona en silla de ruedas puede actuar de otra forma y que yo no soy ejemplo de nada , que puede confundir mucho. Hay gente en silla de ruedas que está paralizada, con heridas distintas de la mía, que tienen piernas pero no las pueden mover. Puede ser que para esas personas, las piernas son un impedimento para hacer distintas cosas mientras que yo ando como un mono, salto con facilidad, tengo un cuerpo muy fuerte y soy muy liviana. Y les explico que no todos son iguales , que no pueden verme como ejemplo para toda persona con limitaciones físicas porque cada uno tiene las suyas muy específicas y muy distintas de otras.
Ellas sí ven la diferencia entre mi situación y otras madres pero muchas veces les da gracia, las hace reir.
P: ¿Qué dice tu esposo de su mujer tan especial?
R: Mi esposo no me ve como una mujer impresionante en silla de ruedas que lidia con dificultades. El no ve eso. Para él soy simplemente Pascal, me ve de otra forma.
CAMPEONA PARALÍMPICA
P: ¿Y el deporte paralímpico? ¿Tenías alma de atleta ya antes del accidente?
R: La verdad es que no nací con un cuerpo muy bueno para deportes. Pero hacía gimnasia de chica, diría que con nivel medio. Cuando resulté herida y llegué luego al ejército, me dijeron que tengo que nadar, que muchos lisiados nadan , y fui a hacerlo sin pensar demasiado. Aprendí a nadar , lo hacía bien y entré al seleccionado israelí. Me gustaba y allí sentí una especie de hogar porque de vivir sola y pasar a tener un grupo , compañeros, un entrenador, fue un cambio para bien muy importante. Además el seleccionado era impresionante.
Empecé a soñar con llegar a los juegos paralímpicos en Barcelona pero llegué a la conclusión que no podía seguir porque en realidad, no tenía casi para comer. Es que al dejar el ejército no tenía dónde estar, no tenía vivienda fija, nada. Tuve que dejar, no el seleccionado, que siempre será un hogar para mí, pero sí los entrenamientos para la olimpíada . Dejé ese sueño en un rincón del corazón y seguí con mi vida.
Yo había hecho mucho deporte que hoy se llama desafiante, por ejemplo fui de las primeras en hacer surf sin piernas. Pero no en forma ordenada. A los 40 años cuando recibí una propuesta de dedicarme a un nuevo deporte, comencé de hecho mi carrera olímpica. Si lo resumo hoy, creo que soy la única persona en el mundo, la primera persona por ahora, que ha participado en tres olimpíadas pero en cada una de ellas en otro tipo de deporte. Nadie lo hizo antes y no sé si alguien lo hará.
P: Realmente suena muy especial.
R: Pero siempre fue circunstancial, no porque lo haya buscado así. En Beijing 2008 estuve en remo académico , en Londres 2012 en bicicleta para manos y en Río 2016 en kayak. Nadie entiende cómo logré tres veces consecutivas llegar a las olimpíadas . Es evidentemente la competencia más prestigiosa del mundo y cada vez, o sea cada cuatro años, entran entre 10 y 20 deportistas. Y siempre logré llegar entre los diez primeros, o sea estar entre los diez mejores deportistas en mi ramo. Siento que fue una especie de milagro. Pero realmente, creo que lo logré porque yo tengo fe, porque estoy conectada con las fuerzas que me rodean, siento que no uso solamente mi propia fuerza sino la del viento, del mundo mismo en el que vivo, eso me ayuda realmente.
P: ¿Esto significa que cuando uno tiene voluntad no hay límites a lo que puede llegar? ¿O inclusive alguien especial como tú dice que eso sería exagerado?
R: No sé qué decirte….creo que sí hay límites…pero eso es algo muy personal. Cada uno tiene su límite. El límite está donde tú lo pones. Yo empecé una carrera olímpica a los 40 años. No cumplí mi sueño a los 20 pero a los 40 me dieron la oportunidad de hacerlo. Pero no es que cuando surgió la ocasión a los 40 me dije que quizás ya soy muy mayor, muy chica de cuerpo, que mis músculos son insuficientes…o cualquier otra cosa. No, me dije que quiero probar. Y el límite no me lo puse pegado a mí sino en el podio olímpico. Me dije a mí misma que voy a llegar allí. Pero claro que no puedo decir “quiero ser golero en Betar Jerusalem”.,porque no puedo ser golero sin piernas. O sea, que no es que todo es posible. Es una frase. Hay cosas que no son posibles en este mundo pero eso es otra cosa. Hay mucho que uno puede hace r si coloca el límite mucho más adelante…y podrá llegar. Y si uno siente que va por el camino correcto, puede llegar.
P: Y hoy, miras a Tokio 2020.
R: Así es. Hoy me entreno en kayak y quiero llegar a mi cuarta olimpiada en Tokio 2020 .Y espero que mi fe me lleve allí. Pero yo no lo llamo fuerza de voluntad, porque no es que algo me encierra y por mi voluntad salgo adelante sino que siento en mi corazón la fe en que puedo hacerlo , que puedo ir por este camino.
P: ¿Y qué es lo más importante en este camino? ¿El podio, la medalla?
R: No. Lo más importante es el camino. Y creo que por eso tengo éxito, porque no me concentro en la medalla sino en el camino que recorro, lo más posible. Es como cuando uno tiene una pelota y la quiere lanzar lo más lejos posible. Pues yo me lanzo a mí misma lo más lejos posible. Trato de hacerlo de la forma más auténtica posible en mi propio camino. Y si decido que voy por kayak en Tokio, pues tiene que ser lo más auténtico, de todo corazón, con intenciones puras. Si tengo que arrollar a alguien por el camino para lograrlo, pues no lo hago, porque si esto se hace, se hace limpio. Tiene que ser limpio, sincero, puro. Yo lo veo como algo espiritual porque siento que uso las fuerzas que me rodean, todo lo bueno del mundo, y que eso me ayuda a alcanzar mi meta.
Tengo hoy en día competidoras muy duras que se entrenan muchísimo. Tengo el doble de edad que ellas pero hasta ahora he tenido éxito aunque siempre fui la mayor de ellas. Y quizás ahora me vaya mejor que nunca porque siento que voy mejorando no sólo en el kayak sino en mi actitud, porque siento que uso las fuerzas del mundo para crecer y para ayudar a crecer a quienes están a mi lado. Hay quienes dicen que hay que venir y hacer todo con fuerza…pero no es lo mío. Si no es por buen camino, no me sirve.
LA MUJER EN EL MUNDO
P: Te pedí esta entrevista de cara al Día Internacional de la Mujer y aún no te pregunté qué significado tiene para ti este día .¿Qué desafíos te parece que hay que destacar cuando se habla de las luchas de la mujer?
R: Cuando era mucho más joven pensaba que mujeres y hombres son lo mismo, me preguntaba por qué se habla tanto de eso en el mundo y no comprendía algunas cosas que hoy sí comprendo. En términos generales, hoy entiendo que las mujeres tienen otras capacidades y otra forma de comprender las cosas. Creo que la mayor parte de las mujeres tienen lo que dar. Cada mujer tiene algo muy especial para dar al mundo . Me encantaría hacer una especie de película interminable de mujeres de todo el mundo, cada una diciendo “soy tal y tal de tal país y estoy orgullosa porque…”Hay mucho de qué enorgullecerse y me alegra que exista este día porque es una buena oportunidad para poner sobre la mesa y hablar en los medios de cosas que logran mujeres por todo el mundo.
Creo que los ejempLos tienen mucha fuerza y que es importante conocer el aporte de grandes mujeres. Por eso estoy a favor de este día. Y si ya logré vivir tantas vidas en una misma vida….hay que aprovecharla. Siempre pienso que es excelente que en hebreo, la palabra vida, jaím, está en plural…Para mí eso significa mucho.
P: Qué linda idea…tienes razón. Pascal, una pregunta “técnica”. ¿No usas prótesis?
R: No, usé durante 8 años pero la dejé porque no me resultaban cómodas. Y sentía que era como una forma de esconderme . Mira, si me ayudaran a desempeñarme de modo impresionante como teniendo piernas, las usaría. Pero no es así. En la silla de ruedas yo no me siento lisiada, pero con las prótesis sí me sentía porque era más lenta, todo era más difícil, me podía caer con facilidad, no podía cargar cosas ni andar rápido…todo era más difícil. Así que mejor así, un metro de altura, 42 kilos de peso y una silla de 7 kilos. Chiquita, pero buena.
P: Te abrazo Pascale. No tengo palabras. Gracias de todo corazón.
R: A ti por esta entrevista. Me ha encantado . Irradias algo muy especial. Así que gracias a ti.
Fuente: http://www.semanariohebreojai.com/articulo/490/piernas+viviendo+intensamente