Tres siglos de pogromos

85 años después de 1938, el odio antijudío sobrepasó lo que la parte más ingenua del mundo pudiera pensar hoy sobre la relación entre seres humanos

Eduardo Kohn 08/11/2023, 09:56

Pogromo es una palabra de origen ruso que significa “causar estragos, demoler violentamente, devastación”. Históricamente, el término se refiere a ataques de violencia extrema contra los judíos en el Imperio Ruso y en otros países. Ya se puede encontrar en 1821 el registro de un ataque violento contra judíos en Odesa. Pogromo como significado de devastación comenzó a emplearse con un uso extensivo para referirse a los ataques antisemitas que arrasaron Ucrania y el sur de Rusia entre 1881 y 1884, tras el asesinato del zar Alejandro II. Acusaron (sin prueba alguna, sólo por un ancestral y rabioso odio antisemita) a los judíos de ser culpables de la muerte del Zar. Resentimiento acarreado por el mito deicida reforzó el odio y sirvió de pretexto para los pogromos. Los perpetradores de los pogromos estaban organizados localmente y, generalmente, recibían apoyo del gobierno y de la policía. Violaban, golpeaban, torturaban, asesinaban a las víctimas judías y saqueaban sus propiedades. Durante la guerra civil que le siguió a la Revolución Bolchevique de 1917, los nacionalistas ucranianos, los oficiales polacos y los soldados del Ejército Rojo estuvieron involucrados en la violencia similar a la de los pogromos en Bielorrusia occidental y en la región de Galitzia en Polonia, y asesinaron a decenas de miles de judíos entre 1918 y 1920.

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El 9 de noviembre de 1938, hace 85 años, los judíos volvieron a ser víctimas de un enorme pogromo perpetrado por los nazis en Alemania y Austria. El camino entonces se pavimentó durante 5 años desde que Hitler subió al poder. Los judíos fueron borrados en tanto seres humanos. Boicot primero, prohibiciones de absolutamente todo después (ningún derecho a ir a lugares públicos sean oficinas, teatros o plazas, fuera de la posibilidad tanto de enseñar como aprender, puertas cerradas de todo tipo de comercio desde bares a almacenes, leyes raciales que los segregaron mil por ciento so pena de graves castigos). Los judíos de Alemania no podían existir como personas, eran objetos perseguidos, cosificados por la dictadura nazi. ¿Alguien, una sola persona en el planeta le preocupaba? Nadie.

Del 6 al 15 de julio de 1938 se reunió en Evian una Conferencia mundial convocada por el presidente de Estados Unidos Franklin Roosevelt para considerar las persecuciones que sufrían los judíos bajo el nazismo e intentar que pudiesen ser recibidos como refugiados, con presencia de gobiernos de todos los continentes para ver cómo se podría ayudar a los judíos que querían salir de la persecución. 32 representantes de países se reunieron días y días hasta que sólo República Dominicana aceptó recibir un puñado de judíos alemanes, y el resto marcó un hito en la historia de la indiferencia. Las puertas del mundo se cerraron para los judíos alemanes, los nazis se sintieron fuertemente apoyados y Hitler declaró públicamente que se preguntaba quién, además de hablar, estaba dispuesto a apoyar a los judíos.

Con esos respaldos a su política de odio y exclusión de los judíos, a los nazis no les faltaba mucho para probar qué sucedería con la violencia. Antes, tuvieron un apoyo adicional cuando Inglaterra y Francia firmaron en setiembre de 1938 el malhadado Pacto de Múnich, por el cual les entregaron Checoeslovaquia a los nazis creyendo la promesa de Hitler que con eso le bastaba y no habría guerra. Obvio que los nazis no respetaron el ridículo Pacto y muy poco después comenzaría la segunda guerra mundial.

En ese escenario, era esperable y previsible que se perpetrara un pogromo. Y sucedió hace 85 años cuando las hordas nazis, junto a civiles entusiasmados y policías adheridos, asesinaron decenas de judíos en todas las ciudades, golpearon, torturaron, vejaron, incendiaron viviendas, comercios, quemaron centenares de sinagogas y llevaron a 30 mil hombres judíos al campo de concentración de Dachau. ¿Reacciones? Estados Unidos retiró su Embajador de Alemania, algunos periódicos hicieron comentarios que pocos leyeron con indiferencia, y Hitler sintió que sus objetivos criminales tenían vía libre.

Por consiguiente, cuando nada ni nadie desde ningún lado del planeta levantaba aunque sea una tímida voz , el proceso de llegar a asesinar a quienes los nazis odiaban, los judíos, estaba cerca y no sólo sus creadores lo vieron posible y sin dificultades de desarrollarlo, sino que se encontraron con verdugos voluntarios y cómplices en cada país de Europa que ocuparon una vez comenzada la guerra, sin excepciones, más los médicos, ingenieros, arquitectos, abogados, docentes, empresarios, que se unieron con pasión a la misión de construir campos de muerte y no parar de asesinar a millones de seres humanos por varios años.

Varios notorios sobrevivientes del Holocausto (Elie Wiesel, Primo Levi, Viktor Frankl) nunca permitieron que se definiera la barbarie nazi como algo perpetrado por locos y monstruos. Fueron drásticos en señalar una y otra vez que todos los perpetradores, desde los jefes hasta los verdugos voluntarios que fusilaban escuchando música mientras los cuerpos desnudos caían en las fosas, todos eran cualquier ser humano. Hombres y mujeres que absorbieron la idea de cosificar y exterminar, hombres y mujeres comunes devenidos en funcionarios listos para obedecer las órdenes sin discutir y sin pestañear cuando cerraban las puertas de las cámaras de gas.

Cuando el 7 de octubre de este año, hace un mes y muy poco, judíos y no judíos disfrutaban en Israel de un sábado con un concierto por la paz, judíos que estaban en su día de descanso semanal en sus viviendas en los distintos kibutzim que lindan con la frontera con Gaza, fueron víctimas de un pogromo. 85 años después de 1938, el odio antijudío sobrepasó lo que la parte más ingenua del mundo pudiera pensar hoy sobre la relación entre seres humanos. Las más de 1.400 víctimas de los terroristas de Hamas el 7 de octubre fueron torturadas, asesinadas, vejadas, descuartizadas, degolladas, quemadas. Bebés, adolescentes, mujeres, hombres, ancianos. Todo filmado por los perpetradores y celebrado con júbilo, fiesta, cánticos y dulces en Gaza. Y más de 240, también desde bebés a adultos fueron secuestrados y son hoy rehenes. Una de las primeras reacciones al horror fue decir que la barbarie había sido perpetrada por monstruos. No. Humanos, como los nazis y sus cómplices. Humanos enseñados y convencidos que cuando Irán y los líderes de Hamas escondidos en Qatar dicen que hay que matar a todos los judíos del planeta, hay que hacerlo. Y volvimos al espíritu de Evian. No hay resolución alguna de la ONU ni de los partidos y dictaduras que directa e indirectamente a la larga apoyaron esta atrocidad que haya expresado que 500 mil israelíes están desplazados porque desde el Líbano y desde Gaza llueven cohetes 24 horas desde el 7 de octubre, que la matanza dejó además casi 5 mil heridos. No. Igual que antes, se niega a Israel su derecho a defenderse. Pero ya no estamos en 1938. Israel se defiende porque le va en ello su existencia que la quieren borrar. Y los judíos nos defendemos de la ola de antisemitismo que baña Europa una vez más y se ha extendido a EE. UU. y América Latina. Es una lucha por la vida. Valientes y dignos los que la acompañan. Los otros, que se hagan cargo de frente, si pueden.

Fuente: https://www.elpais.com.uy/opinion/columnistas/eduardo-kohn-tres-siglos-de-pogromos-israel-gaza